Venezuela hoy

Por en diciembre 19, 2015

Por Gloria Cepeda Vargas

Después del arrasante triunfo de la oposición en las recientes elecciones parlamentarias, el panorama político de Venezuela sigue igual. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello se niegan a reconocer como deben, el cambio ocurrido. Son dos gamonales prestos a defender su feudo a como dé lugar.

Dadas las maromas de la Constitución del 99, que Hugo Chávez, ladinamente al principio y luego en forma desafiante realizó, con una ley habilitante que incluye la reelección indefinida del Presidente de la República y un zarpazo total a la separación de poderes, la llamada revolución bolivariana rehízo de acuerdo a su conveniencia, la tramoya política. Por primera vez la oposición representa mayoría calificada en la Asamblea Nacional pero toda ley emanada de esa corporación debe ser aprobada por elPresidente de la República y en caso de ser declarada inconstitucional, será la Corte Suprema de Justicia la que diga la última palabra. El chavismo no ha desaparecido. Lo sucedido fue un voto castigo para un régimen inepto y corrupto hasta la médula como sucedió con el gobierno adeco copeyano. La impronta que Chávez dejó en las clases populares venezolanas, es imborrable. Para bien o para mal, nunca más ese pueblo será el mismo.

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Por otra parte, la oposición debe recordar lo que sucedió cuando de manera irreflexiva, llevaron a Carmona a la silla presidencial. No está exenta de ambiciones personales que corregidas y aumentadas, vienen desde la Cuarta República. Al caos y la ruina que dejan diecisiete años de chavismo, enfrenta la emocionalidad de un pueblo que no por defraudado, reniega del recuerdo de un líder nato como fue el difunto, maestro consumado de frases y ademanes populistas, conocedor más que nadie de lo que quiere oír un pueblo siempre sentado en la silla de atrás. Además, una conquista como la Misión Barrio Adentro debería perdurar ya que entre tanta hojarasca, este proyecto responde bien a las necesidades populares.

La polarización de la sociedad venezolana, instaurada por Chávez con una oratoria incendiaria, resentida y soez, da sus amargos frutos. Son dos bandos irreconciliables. A diferencia de los testaferros del gobierno, hay en la MUD, voces juiciosas que llaman a lo que en este momento se perfila como necesidad imprescindible: la reconciliación de una sociedad fracturada, donde no existe más que resentimiento de lado y lado. Lamentablemente esto no parece posible. Maduro y sus secuaces saben que la justicia internacional puede caerles si quedan desprotegidos. Son fieras acosadas que defenderán su integridad a dentelladas. Frente a dieciséis años de una Venezuela destruida humana y económicamente, ojalá la nueva Asamblea, que se instalará el 5 de enero del año próximo, pueda desempeñar sus funciones como le corresponde. Esperemos.

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