Unicauca, con presupuesto apretado pero aún sin déficit
Opinión por: Aura Isabel Olano
La génesis de la actual crisis financiera de las universidades públicas en Colombia, se remonta a la Ley 30 de 1992, que organizó el servicio público de la Educación Superior en el país, creó el Sistema de Universidades del Estado, integró las universidades estatales con el fin de optimizar recursos humanos, físicos, técnicos y financieros; crear condiciones de evaluación para el mejoramiento de la calidad de la educación, entre otros aspectos. Sin embargo, con el correr de los años las necesidades reales de las universidades crecieron y con ellas las dificultades económicas, mientras también aumentaba la exigencia para lograr una educación pública con mayor cobertura y calidad.
Los últimos gobiernos han tratado de paliar la difícil situación financiera de las instituciones de educación superior públicas (IES) con recursos adicionales, que a todas luces no han sido suficientes, de ahí la agudización de la crisis, polvorín que estalló en las manos del recién posesionado Gobierno Duque, con el que los rectores firmaron un acuerdo el viernes 26 de octubre, en el que se acordó que las transferencias de la Nación para el 2019 crecerán el IPC+ 3 puntos porcentuales; para 2020, 2021 y 2022 serán del IPC+4 puntos, además de otras inversiones. Esto, como primer paso para avanzar en un nuevo modelo de construcción de políticas de largo plazo para este sector, como lo expresó el rector de la Universidad del Cauca, José Luis Diago Franco, en comunicado de esa fecha, y quien había hecho un llamado días antes al Gobierno Nacional, junto a los miembros del Consejo Superior, para que tuviera en cuenta en la finalización de la vigencia 2018 y en el presupuesto nacional de los años siguientes, los diálogos y las solicitudes que desde el Sistema Universitario Estatal (SUE), los diferentes Consejos Académicos de las universidades públicas del país, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun) y otros actores habían efectuado para que se giraran los recursos necesarios a la base presupuestal del año 2019, a fin de garantiza la amortización del déficit fiscal que desde la promulgación de la Ley 30 de 1992 se ha venido produciendo en las finanzas de las universidades públicas nacionales.
Hoy se adelantan conversaciones entre voceros de los estudiantes y la ministra de Educación Nacional, en busca de aumentar los recursos ya prometidos a los rectores y que se espera tengan feliz término.
Debemos resaltar, que en medio de las limitaciones económicas de las universidades estatales durante tantos años, la Universidad del Cauca es casi la única que no ha registrado déficit financiero y ni deudas. Junto con otras dos instituciones, de las 32, dispone de los recursos para pagar sin problemas la nómina.
Con sus limitados, pero bien administrados recursos, nuestra alma máter aumentó la cobertura, los programas de pregrado y posgrado tienen una mayor y mejor infraestructura física, de laboratorios y recreación; ha incrementado el número de docentes magísteres, doctores, más programas acreditados, convenios, semilleros de investigación, movilidad académica, entre otra serie de logros, básicamente con el mismo presupuesto del año 1993, lo que demuestra un manejo eficiente de los recursos.
No obstante, esto no quiere decir que la Universidad del Cauca esté boyante, puesto que para el 2019 entraría en un déficit cercano a los $10.000 millones, porque los recursos hasta el momento anunciados por el Gobierno solventarían parcialmente la situación financiera y obligaría a la administración de la alma máter a hacer ajustes en la actual línea de gastos, tanto en inversión como en contratación de personas, con un recorte del 30%.
En medio del paro de los estudiantes, las directivas de la Universidad del Cauca han venido trabajando normalmente, es así que del 14 al 16 de noviembre recibieron la visita de seis pares evaluadores, uno de ellos internacional, comisionados por el Consejo Nacional de Acreditación dentro del proceso que adelanta en busca de la renovación de Acreditación Institucional de Alta Calidad.
El momento en que se dio dicha visita era realmente complejo, sin embargo se cumplió con éxito. La Universidad del Cauca mostró aspectos muy positivos, incluso sui géneris, como el excelente mantenimiento de los bellos y antiguos claustros del sector histórico, que forman parte del invaluable patrimonio artístico, cultural y arquitectónico de Popayán que, por desgracia, algunos estudiantes no valoran y en época de confrontación como la actual, lo agreden, cuando esa herencia es, precisamente, para beneficio de todos, como lo ha sido durante muchísimos años. Por ahí comienza la defensa de la universidad.
Los alumnos de Unicauca deben estar orgullosos de su universidad, de la ciudad que los acoge, por tanto sus protestas, además de pacíficas, deben ser creativas, porque serán ellos, quienes desde diferentes ámbitos en los que se desenvuelvan en la sociedad, tendrán la responsabilidad de ayudar a conducir el Estado, sin acaloramientos, sino con sensatez e inteligencia y con suficiencia moral y profesional para superar lo que hoy critican, unos cuantos con censurable violencia y en no pocos casos con provocación hacia la fuerza pública.
La protesta no solo la contemplan nuestras normas, sino que es necesaria cuando son desoídas las demandas sociales, pero tienen sus límites, que cuando se traspasan dejan de ser legítimas.
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