¿Un yugo del que se quieren deshacer?

Por en noviembre 21, 2014

Editorial noviembre 21 de 2014 

Hace unos años hubiera sido impensable que indígenas caucanos, en especial de Toribío, en donde el sexto frente de las FARC es el más beligerante, se hubieran opuesto a que en sus territorios les pusieran publicidad de ese grupo subversivo.

Lo que sucedió, precisamente, en esa población con el retiro de pasacalles alusivos al tercer aniversario de la muerte del jefe de las FARC, alias Alfonso Cano, que les costó la vida a dos indígenas a manos de milicianos de esa guerrilla, deja ver que las comunidades han comenzado a tomar distancia, porque quizás han entendido que las utilizaron para sus torvos intereses económicos a través del narcotráfico, el secuestro y la minería ilegal, y para convertirlos en actores armados del conflicto, bien como guerrilleros o como milicianos.

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Sin ir lejos, quienes asesinaron a los dos miembros de la guardia indígena, tenían el mismo fenotipo. Esto demuestra a las claras un trabajo de adoctrinamiento, especialmente entre los jóvenes aborígenes, a quienes, tal vez, los sedujeron con el dinero fácil, venido de una economía subterránea, producto de la cadena del narcotráfico.

Para nadie es un secreto, como algunos indígenas lo han denunciado, que en las cañadas de los ríos de esos territorios ancestrales pululan los laboratorios de cocaína y los invernaderos de marihuana creepy, la más costosa, que sale por toneladas de esos territorios que los viejos taitas llamaban sagrados y, muy a su pesar, fueron profanados.

Es indudable que un sector de la dirigencia indígena recibió todo el influjo de la subversión desde la década de los 70 y permitió, de manera consciente o no, que la guerrilla, por esa época también el M-19, permeara las estructuras organizativas indígenas y, además, sembró en ellos un peligroso resentimiento contra campesinos, afrodescendientes y mestizos, es decir, contra las demás razas, degenerando en un enfrentamiento que atrasó aún más al Cauca.

Sin embargo, hay otros sectores indígenas que se han percatado de la manipulación ideológica de que han sido objeto, y los últimos acontecimientos así lo demuestran, pues han querido recuperar su autogobierno y su justicia.

No es tan fácil la situación de los pueblos indígenas en donde existe un conflicto interétnico que se agravará con las disputas por el manejo de los recursos que recibirán del Estado de manera directa, sin injerencia de los alcaldes ni de los concejos municipales. La situación es tan compleja, que algunos líderes, conscientes de esa problemática, han enviado cartas al gobierno solicitando que se revoque el decreto autonómico, lo que es paradójico, porque durante muchos años reclamaron con vehemencia la conformación de las Entidades Territoriales Indígenas, ETI, de las que hoy, al parecer, creen que les traerá más perjuicios que beneficios.

La verdad es que en el Cauca no se ha analizado esa situación, porque las consecuencias que ya advierten algunos líderes indígenas, no serán exclusivas para esas comunidades, sino para el Departamento en general, en donde varias entidades territoriales tienden a desaparecer, entonces cambiará por completo el mapa político regional, amén de los nuevos conflictos que se suscitarán.

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