Solidaridad en épocas de dificultad
Por Adriana Collazos, Esq.
Esta es una columna de solidaridad por todos los que tienen alguna dificultad en esta época de aislamiento preventivo y de reconocimiento a los que han trabajado para suplirla. En primer lugar, debemos reconocer el esfuerzo descomunal de protección que está haciendo el Gobierno Nacional para contener el contagio de la enfermedad y ayudar a los más necesitados a través de medidas temporales.
Es verdad que se tenía conocimiento de la existencia de un virus en China desde enero, pero no fue sino hasta marzo 11 del 2020, hace un mes y un par de días, que la OMS lo declaró pandemia. Bajo ese conocimiento, y el posterior Estado de Emergencia, el Gobierno empezó a direccionar a las entidades territoriales a proteger la salud de los conciudadanos y estableció la medida de aislamiento preventivo para toda la población.
Colombia es uno de los países que ha respondido más rápidamente a la enfermedad a través de políticas públicas, sin embargo, esas políticas públicas no son gratis, tienen costos y beneficios e implican el endeudamiento del país, el recorte de algunos rubros y, quizás, la modificación de otros.
Tampoco se pueden desconocer la solidaridad y gallardía que han mostrado algunos partidos, por ejemplo el Centro Democrático que hizo una donación de más de 2.000 millones de pesos, quince respiradores a hospitales públicos, cincuenta mil mercados a personas de bajos recursos y dos unidades de cuidados intensivos para zonas apartadas del país; y la ofrenda del partido liberal de donar 2.000 millones de mercados y kits de salud. Adicionalmente, los funcionarios del Estado con salarios altos, verán sus ingresos gravados entre 10 % o 15%, hasta por cuatro meses, para aportar recursos a las personas de ingresos medios y bajos que por el aislamiento no pueden trabajar.
Senadores, representantes, ministros, jueces, presidente y demás empleados del sector público cuyos salarios excedan $10.000.000, deberán dar el porcentaje determinado por la norma para aportar. El gobierno tampoco ha olvidado al sector salud y sus empleados, como afirmaron algunos individuos a raíz de la lamentable muerte de los primeros médicos hace un par de días. El Estado venía corrigiendo dentro de su programa de gobierno, eventos de corrupción y había ampliado las facultades sancionatorias y jurisdiccionales de la Superintendencia de Salud, para que las entidades de salud respondieran ante la ley. Hoy, a raíz de la pandemia y actuando con solidaridad, el Estado ha traído toneladas de insumos médicos, ha donado algunos equipos de bioseguridad, ha quitado el IVA y los aranceles de importación a implementos de salud y entregará a todos los profesionales de la salud una prima especial para compensar su trabajo. Puede que aún le hagan falta más dadivas para con el pueblo, pero hasta el momento, la reacción a esta coyuntura ha sido positiva.
Adicionalmente, el Estado está intentando hacer llegar ayuda directa a las personas que puedan necesitarla y ha interpuesto acciones solidarias para la gente humilde, los desempleados, familias en acción y adultos mayores, entre otros grupos poblacionales, pero aún quedan personas que no se alcanza a cubrir porque no se sabe dónde encontrarlas. Esa falta de información sistematizada de todos los conciudadanos, es una de las fallas de vieja data en Colombia, que debería ser un compromiso del Gobierno actual para futuras crisis.
Se debe también reconocer la voluntad solidaria de las grandes empresas privadas colombianas, algunas de otros países, otros gobiernos que están más avanzados en el control de la pandemia, y de algunas organizaciones multilaterales e internacionales que han donado miles de millones de pesos, equipos, un centenar de diversas cosas para enfrentar esta contingencia y asesoría en el tema.
Observando la solidaridad y el apoyo a la comunidad que se ha recibido de los diferentes actores, también es importante que no nos olvidemos de la solidaridad propia, que se puede manifestar mediante donaciones a empresas, o donaciones personales a distintos individuos en necesidad, o incluso, con gestión y trabajo utilizando sus redes de amigos, las redes sociales, y demás, para sobrevivir esta época tan difícil para la humanidad.
Finalmente, y si el sistema presenta fallas, el Gobierno y los partidos deben ser pioneros en presentar reformas a la salud conducentes, pero no a la ligera, como las que han planteado en los últimos días. Sería interesante que el motor que impulsa una reforma tan importante, estuviera fundado en valores humanos y solidaridad con los demás, además de una investigación técnica a profundidad. La normatividad en salud no se debe implementar con base en improvisaciones, intereses propios o populismo, como lo esperan algunos políticos que exigen un cambio rápido en un momento de crisis. Lo anterior, tomando en cuenta que el error no está en la normatividad misma, pues hasta la OMS ha dado a entender que Colombia tiene uno de los sistemas de salud mejor diseñados y más solidarios de Latinoamérica. Ahora, entendamos que las normas se vuelven obsoletas con el tiempo por diversas razones, pero los cambios legales no deben presentarse a la ligera por el político de turno y menos cuando tratan sobre temas importantes como la salud.
De ser necesaria una reforma a la ley 100 de 1993 como claman algunos políticos en este momento, el trámite demoraría por lo menos un año en salir. Sin embargo, no se puede satanizar el texto de la ley por la corrupción histórica que la rodea, se debe mejorar la escogencia de la gente y observar con detenimiento la nueva capacidad de gestión de la Superintendencia de Salud, pues a partir del año 2019 tiene funciones jurisdiccionales y sancionatorias. Adicional a lo anterior, y desde una humilde perspectiva, el acceso al sistema debe simplificarse para que se hagan realidad todos los fines altruistas y solidarios del mismo y se logre así, el 100% de cobertura y de inclusión social.
Por ahora y mientras pasa la urgencia, la eficiencia y la eficacia de las políticas públicas que realice el Gobierno Nacional, se verán reflejadas en los contenidos de los decretos y las normatividades que continúan emitiendo el presidente y su gabinete, y se medirán por varios aspectos, como el momento de emisión de la norma, la aplicación de la misma, la constitucionalidad y el seguimiento a través de la gestión de inspección, control y vigilancia. Previendo las futuras consecuencias, una de las labores más importantes del ejercicio estatal en estos momentos de crisis, es el control simultaneo detrás de todos los dineros que se están repartiendo y de todas las ayudas que se han recibido, para que el Gobierno no solo perfile las políticas emitidas y las evalúe más adelante, sino también salga triunfante de esta coyuntura.
Este es un solo barco y la marea no ha cesado.
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