Se dice que en Tunja, Hitler se hospedó en Residencias Colonial
Una historia que se ha tejido desde los años cincuenta, que vuelve a la palestra con la desclasificación de los archivos por el gobierno de Estados Unidos.
Pie de Foto: “Tras los pasos de Hitler”, libro del periodista argentino Abel Basti.
La noticia que por estos días destacan los medios de comunicación de Colombia y del mundo, según la cual el dictador alemán Adolfo Hitler habría estado en la ciudad de Tunja, Colombia, no es nueva, solo que ahora vuelve a los titulares de prensa, a raíz de un archivo desclasificado del asesinato del presidente de esa nación John F. Kennedy Kennedy, en 1962.
Varias versiones se han escuchado durante años en la capital del Departamento de Boyacá, pero se han tomado como tantas leyendas y mitos que por siglos se han repetido en Tunja, a través de la tradición oral, como el Judío Errante de Santo Domingo, El farol de las Nieves, muchas de ellas recogidas y analizadas en el libro “Tunja, sus mitos y leyendas” por la historiadora Carmenza Olano Correa, quien a propósito de Hitler, dice que habría salido de Alemania hacia el exilio y llegó al sur de la Argentina, hacia la Patagonia. Luego recorrió varios países suramericanos y arribó a Tunja, en donde el administrador de Residenciales Colonial, el Húngaro Vicente Edes, lo acogió y atendió durante su estadía, que al parecer fue de varios meses. Allí se camufló y tomó la identidad de Adolfo Schrittelmayor. Se comenta que visitaba con frecuencia la Pila del Mono, en su plazoleta colonial, símbolo de la Ciudad de Tunja, situada en el centro histórico. El Mono de la Pila representa el dios del silencio.
Tras los pasos de Hitler
Se conoce la obra “Tras los pasos de Hitler”, fruto de muchos años de trabajo del periodista en investigador argentino, Abel Basti, quien ha publicado decenas de artículos reveladores sobre el tema en diversos medios nacionales e internacionales, y escribió otros cuatro libros en los que fue sumando datos novedosos sobre el desembarco de un gran número de jerarcas nazis en la Argentina.
En este libro, además de aportar testimonios y documentos secretos novedosos, de mucho peso, el autor despliega con el correr de las páginas el armado de un rompecabezas complejo, compuesto por una enorme cantidad de piezas pequeñas. La reconstrucción de la investigación también relata los pormenores de un exilio planificado con detalle y de una época repleta de intrigas.
“El escape de Hitler fue conocido por todos los servicios de inteligencia de las potencias. Estos grupos profesionales de espías mantenían, tal como ocurre ahora, contactos entre sí e incluso intercambiaba información estratégica, aun perteneciendo a países que estaban enfrentados. Es conocido que esta comunidad mundial de agencias trafica con la información que obtiene para abastecer además del gobierno al que pertenece, a un selecto mercado internacional privado, ávido de todo tipo de datos trascendentes”, explica el autor en la introducción de esta obra. Y comienza, de ese modo, la exposición de testigos, archivos desclasificados y fotografías que demuestran que, a pesar de la historia oficial, Adolf Hitler no murió el 30 de abril de 1945 a las 15.30 horas, de un disparo en la sien, en un búnker de Berlín. Y que pasó muchos años en la Argentina, junto a su amante Eva Braun, bajo identidades falsas, entre paisajes imponentes, mientras su impronta de líder temible se diluía a paso lento, pero indefectible.
Anota el autor argentino en uno de los apartes de su libro, que Hitler anciano, convertido en una especie de abuelo bonachón, aceptó ser fotografiado más de una vez durante su exilio. Que de esas fotografías hay unas que lo muestran viviendo en argentina, pero cita especialmente la que consta en un archivo de la CIA, tomada en Colombia en los años cincuenta. Por lo que indica el documento, relata Abel Basti, en la foto se ve al presunto Hitler , junto al nazi Phillip Citroën, “en la localidad de Tunga” (Tunja, en 1954) en donde el jefe del nazismo usaba el nombre falso de Adolfo Schrittelmayor.
Que el dictador alemán se haya camuflado en Tunja, que recorriera sus calles vestido con ruana y sombrero para poderse camuflar, no se sabe si es mito o realidad, pero aumentan los comentarios con ocasión de la reciente desclasificación de los archivos por parte del gobierno estadounidense.
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