Santos y Maduro

Por en agosto 24, 2013

Por Gloria Cepeda Vargas

Opinión junio de 2013
Erguido sobre una montaña de papel higiénico traído de Bolivia, Nicolás Maduro denunciaba la conspiración fraguada contra su vida y la de Diosdado Cabello por los más oscuros personajes de la oligarquía colombiana (léase Uribe y Santos) en contubernio con los representantes de la burguesía venezolana (Capriles y compañía) mediante una pócima letal cocida por aojadores colombianos en ollas y territorio nuestro, la cual les sería administrada sin siquiera taparles las narices. La telenovela llegó al clímax cuando José Vicente Rangel soltó el bombazo: el gobierno de Colombia urdía un plan maquiavélico para invadir a Venezuela valido de dieciocho aviones que actualmente duermen la siesta en alguna de las bases norteamericanas enclavadas en su territorio. Esta denuncia en labios de alguien tan sibilino y flotador como el ex vicepresidente, da qué pensar. No es lo mismo que Maduro desvaríe a que lo haga este camaleón graduado con honores en los más ruines desbarrancaderos de la política venezolana. ¿Rangel habrá hecho testamento? ¿Sufre las consecuencias de la destrucción de la capa de ozono? ¿Tiene hambre, tiene frío, tiene H1N1, tiene alzeimer?
Lo de Maduro cansa por sabido. Chávez, su padre, su pajarito enmochilado, utilizó la mitad del tiempo en saltar de la liana al magnicidio, de la conspiración al joropo, del atentado a Sabaneta. Ahora Maduro intenta tender esta colcha desteñida sobre la gusanera que blanquea en Venezuela como producto de catorce años truculentos. Como Chávez, fabrica la causa sin medir el efecto. Solo que en este caso es tan menesteroso el panorama que no llega ni a sórdido, mucho menos a temible y muchísimo menos a preocupante.
Santos atisba desde su madriguera. Sabe que el agua no llegará al río. Profesa una vez más las buenas intenciones que lo animan respecto a su “amigo” el “presidente” venezolano y entonces Angelino Garzón, mediante lapidarias palabras, da jaque mate a este juego de tahúres: “Esta denuncia debe ir a la ONU”. Entre una andanada de procacidades sacadas al sol muchas veces por los socialistas del siglo XXI y el país que se les viene encima, Maduro opta por hacerse el loco y abandonar el tema como si fuera una pelota vieja. Oigo decir que próximamente se reunirá con Santos en el Ecuador y colorín colorado que esta cursilería se ha acabado. De la gravísima denuncia hecha por los estadistas Nicolás Maduro y José Vicente Rangel, no queda ni el recuerdo.
Así va y viene Venezuela. Es más: así se cuecen habas en esta patria y en la nuestra. El ciudadano de a pie no es más que una víctima de la ignorancia y rapacidad que lo gobiernan (allá barnizadas, aquí al rojo vivo) dividido entre los que no saben qué pasa y los que sí lo saben y se lo ponen de sombrero. Es que los “canales diplomáticos” son como los resortes, solo se activan cuando conviene.

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