Resistir su ruido

Por en marzo 5, 2018

Por: Juan Francisco Muñoz Olano

Es una extrema confusión la que se siente en tiempos de polarización política. Una rabiosa algarabía que acompaña sin tregua alguna a ciertos candidatos. Y es que en estos días vimos los festines de la irracionalidad colectiva, con los disturbios públicos en Popayán, así como también conocimos el embate de cucuteños enardecidos, como potenciales criminales, quienes lanzaron piedras contra la humanidad de Gustavo Petro,  resguardada solo por el automóvil que lo transportaba. Así, estos hechos nos recordaron y nos alertaron sobre la esencia de la violencia colombiana.

Pero, a todos aquellos que saben reconocer que por lo general la política es esta masa de mentiras, evasivas, tonterías, odios y esquizofrenias, como bien supo señalar George Orwell, valga también sean recordadas otras palabras del escritor y periodista inglés: En nuestra época no existe tal cosa como ‘mantenerse fuera de la política’.

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Tal vez todos vivimos en estas democracias esta experiencia dual, de querer y no querer involucrarnos. Las redes sociales se han llenado de las dubitantes reacciones, por postear una información o responder alguna diatriba. Confieso, yo mismo intenté enajenarme del flujo de información, cerrando mis redes sociales por semanas. Y la verdad, es que descansé de estos delirios y obsesiones sobre el poder, que nos enferman cual hipocondrías. De verdad que recordé que el sentido de esta vida es dedicarse a oficios más felices que ser el espectador de las ambiciones de otros. Hasta que mi sosegado descanso fue alcanzado por fuerzas incluso superiores a la Internet.

Un día, recibí una llamada a mi celular de la campaña de un candidato a la Cámara por Cambio Radical. Mi sorpresa fue inmensa, no entendía por qué poseían mi número telefónico personal, si nunca he tenido ninguna simpatía, trato o militancia con este partido político. La respuesta de la afanada interlocutora fue, ‘usted reside en la ciudad de … , ¿no?’ Esa misma semana quise continuar con mi decidida renuncia al bullicio que tantos han creado con las contiendas políticas. Pero, un domingo por la noche, empiezo a recibir mensajes de Whatsapp desde un celular desconocido, con arengas sobre el castrochavismo y acusaciones directas a candidatos como Gustavo Petro y Sergio Fajardo.

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Qué más quisiéramos hacer las verdaderas mayorías; quienes no buscamos ayudas políticas para conseguir trabajo, porque no somos atajistas; quienes descreemos del poder de los políticos y siempre evitamos esa situación vergonzante de llamarlos ´doctores´; nosotros, los lejanos espectadores de las maquinarias y las conspiraciones de estos hombres con las obsesiones más miserables. Sin embargo, vuelven las palabras de George Orwell, como vaticinios, diciendo ‘nadie es ajeno a la política’, y en el fondo, el ruido.

Las aterradoras noticias de los asesinatos de líderes sociales que promovieron la erradicación manual de cultivos ilícitos, nos recuerdan día tras día cómo el presidente del Congreso y miembro del partido Conservador, Efraín Cepeda, esquivaba cualquier pregunta sobre la incoherencia de su colectividad, que antes del plebiscito por la paz apoyó decididamente los acuerdos, para luego abandonar cualquier gestión necesaria en su implementación al ver la poca popularidad electoral de los mismos.

El ruido molesto de las constantes noticias sobre escándalos de corrupción política de miembros de Cambio Radical, imposibles de obviar. Un número casi interminable de sospechosos actos de corrupción política, que parte de la sociedad colombiana desestima como importantes, y que Claudia López supo denominar ‘movimiento político que parece es un concierto para delinquir con personería jurídica’.

Preocupante además, la probada compra de marchantes que hizo el Centro Democrático en la ciudad de Tunja, en la visita de su candidato presidencial Iván Duque. La desvergonzada promesa de veinticinco mil pesos por persona publicada en Facebook y confirmada por línea telefónica, y además, con la mayor ironía politiquera posible, con su pago incumplido el día de la marcha.

Como diría el senador Jorge Enrique Robledo, ‘aquí lo que cabe es derrotar a los mismos con las mismas’. A esos que quieren el orden, pero a las patadas, como diría Mauricio García Villegas. Tenemos entonces en las próximas elecciones una gran oportunidad para recordarles a los descreídos de una política honesta, a los profetas de las hecatombes fabuladas e histéricas, que no todos creemos en eso de arreglar las cosas a las malas, que no todos pensamos en que el odio y la venganza importan más que el respeto a las leyes, a las instituciones y a las ideas igualitarias. Y así, debemos resistir sus vociferantes delirios, sus tonos cínicos y dramáticos, resistir su ruido.

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