Lo bueno, lo regular y lo malo de 2024

Por en diciembre 16, 2024

Con un recaudo en franca contracción y lejos de la meta inicial, el Gobierno tiene en vilo el cumplimiento de la regla fiscal.

Antes de cerrar el año, en ANIF no queríamos dejar pasar la oportunidad para hacer un recuento de lo que fue este año en términos económicos. Dependiendo de los indicadores que se miren, el balance de 2024 puede ser muy diferente. Por eso, en este informe final de 2024 les presentamos lo bueno, lo regular y lo malo de lo ocurrido en este año que termina.

Indudablemente, los resultados de la inflación en lo corrido del año han sido la buena noticia de 2024.

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Según los últimos resultados, en noviembre de 2024 el dato anual fue de 5,20%, lo que demuestra la disminución marcada que se ha observado desde el cierre de 2023 (9,28%). La tendencia decreciente de la inflación ha resultado, en gran medida, gracias a la respuesta del Banco de la República, que aumentó la tasa de política monetaria a un nivel máximo histórico en el siglo XXI (13,25%) para controlar la inflación. Con ese comportamiento, en ANIF estimamos una inflación anual del 5% para diciembre de 2024, en línea con lo que estiman otros analistas, indicando una reducción de 4,28 pp respecto al dato de 2023. Aun así, la inflación se mantendría por encima del rango meta fijado por el Banco de la República (2%-4%). Ahora bien, se espera que en 2025 la inflación continúe disminuyendo y entre en el rango, ubicándose alrededor del 3,8% anual al final de año.

Por su parte, el crecimiento de la actividad económica y el nivel de desempleo entran en lo que hemos denominado “lo regular” de 2024. Por un lado, el crecimiento económico, a pesar de mostrar señales de recuperación, sigue siendo bajo. En lo corrido del año al tercer trimestre el PIB se ha expandido 1,6% anual, dato mucho mayor que el observado en el mismo período de 2023 (0,7%). Sin embargo, esta recuperación ha sido heterogénea entre sectores productivos. Algunos sectores que venían mostrando crecimientos negativos desde hace varios trimestres se han recuperado, como la construcción, mientras otros, como la industria, se mantienen en terreno negativo. Por su parte, sectores como las actividades artísticas y la administración pública han mantenido su buen desempeño, y otros sectores como el agro se han reactivado de manera importante. Pese a lo anterior, el crecimiento del PIB se mantendría por debajo de su potencial en 2024. En ANIF esperamos que este sea de 1,8% al final del año.

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En cuanto al desempleo, los resultados en lo corrido del año han sido agridulces. Por un lado, la tasa de desempleo (TD) ha continuado disminuyendo, alcanzando 9,1% en octubre de 2024, luego de haber empezado el año en 12,7%. Por otro lado, la tasa global de participación (TGP) ha disminuido en varios meses del año, lo cual evidencia una salida de personas de la fuerza laboral. En algunos meses la disminución del desempleo se ha explicado principalmente por esa caída en la TGP, en vez de un aumento en la ocupación, lo que deja un sinsabor en cuanto a las cifras. Además, en lo corrido de 2024 la TD promedio ha sido de 10,5%, 0,2 pp superior a la observada en el mismo período de 2023. Así, pese al mejor desempeño económico, la TD de 2024 (10,3% según las proyecciones de ANIF) se ubicaría levemente por encima del dato observado hace un año (10,2%).

Para terminar, lo malo de 2024 sin duda se relaciona con las cuentas fiscales del Gobierno. La tendencia observada en el recaudo durante este año no ha estado en línea con lo esperado por el Gobierno. Algunas fallas como el error de calibración del anticipo de renta del 2023, que impulsó el impuesto de renta en ese año, afectaron gravemente el recaudo por ese concepto en esta vigencia. Además, litigios y transacciones de una única vez contempladas dentro de las expectativas de recaudo, al no materializarse, también afectaron la meta. Finalmente, la menor actividad económica también redujo la causación de impuestos, particularmente en renta e impuestos externos.

Todo lo anterior ha obligado al Gobierno a revisar sus proyecciones de ingresos en diferentes oportunidades y, en consecuencia, a recortar también el gasto (como se decretó recientemente) para poder cumplir con los límites de déficit establecidos por la regla fiscal¹. La situación fiscal a lo largo del año ha estado apretada y, a medida que se acerca el cierre del año, no cede la incertidumbre sobre el cumplimiento (o no) de la regla fiscal. Lo ocurrido en 2024 debe servir de ejemplo para 2025. ANIF reitera la importancia de ser cautelosos en la elaboración de las cuentas fiscales para evitar un escenario de rebajas adicionales de la calificación de crédito soberana, que podría generar una salida de inversionistas locales del mercado de TES, lo cual terminaría generando una presión alcista en las tasas de interés de mediano y largo plazo, dificultando la recuperación de la inversión y de la actividad económica.

En síntesis, el balance del 2024 es agridulce. Por un lado, la inflación y la baja en las tasas de interés representan un alivio para los hogares y las empresas. Por otro, menores condiciones de crecimiento y un mercado de trabajo que se mantuvo prácticamente inalterado, dificultan avanzar en la lucha contra la pobreza y la desigualdad de manera más efectiva. Finalmente, la salud fiscal del país no atraviesa su mejor momento. El manejo prudencial de las cuentas del Gobierno es más necesario que nunca. Las señales negativas del ejecutivo en este frente pueden (y han demostrado) afectar otros agregados macroeconómicos como la prima de riesgo, el tipo de cambio y las tasas de interés. En ese sentido, si bien el 2025 será un año retador, la hoja de ruta sobre cuáles deberán ser las prioridades en materia económica es clara.

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