Las altas cortes y los bajos estándares

Por Redacción en marzo 11, 2020

Por Adriana Collazos, Esq.

El estudio del Derecho es fundamental para comprender la organización del Estado y para llegar un día, quizás, a administrar justicia en las Altas Cortes. Pero al igual que se desmitifica la búsqueda de la justicia en términos generales, se desmitifica también la profesión elegida. En Colombia, elpregrado de Derecho tiene la maravillosa característica de alcanzar el estudio de la teleología, filosofía y deontología del mismo, y es por eso, una de las profesiones humanas más cautivadoras y fascinantes para sus estudiantes.

Sin embargo, estos altos estándares del deber ser de la norma y de la profesión, de la deontología y su finalidad última, y de comprender conceptos claves como el derecho natural y el derecho positivo, se derrumban para la mayoría, apenas salen de la universidad, pues terminan haciendo cosas como pagarle al secretario judicial para que mueva los procesos de su firma. Como un castillo de Armotodo o Lego al que le quitan una pieza de sus cimientos, se desmorona junto con la inocencia. Así la justicia colombiana produce como resultado la incertidumbre, pues la confianza se pierde en el camino.

A excepción de las feministas radicales, hace poco se generóla sensación de alivio colectivo para el pueblo colombianocon la decisión de la Corte Constitucional de abstenerse de estudiar la ponencia del magistrado Linares en la que pedía despenalizar el aborto. Sin embargo, sigue vigente la controvertida Justicia Especial para la Paz y sus fallos icónicos, y en la Corte Suprema de Justicia, aún hay debate por los tuits publicados hace pocos días por parte del nuevo magistrado Hugo Quintero Bernatte. Dichos tuits tenían por target al expresidente Álvaro Uribe, hoy en proceso frente alalto tribunal, y de manera sutil a las mujeres, pues insultó al género femenino al referirse a la directora del Centro Democrático con términos de desprecio.

Las preguntas que vienen a mi mente recordando la aspiración inocente de los estudiantes de Derecho son: ¿cuálsería entonces el estándar para elegir y ser elegido magistrado de una Alta Corte desde la deontología de la profesión, que no es más que el deber ser de la misma?;¿deberán traer la capa de superhéroes?; o ¿cualquiera que cumpla con ser colombiano y haber ejercido la profesión por algún tiempo tiene las calidades para serlo?

La capa de superhéroes debería ser la regla general y no alrevés, pues el encargo que se está otorgando a los altos magistrados, no es más que el valor de hacer justicia como fin último. No podemos olvidar que la rama judicial es la más importante de las tres ramas del poder público, pues es y será siempre el punto de equilibrio entre el ejecutivo y el legislativo y, por eso, tiene la tarea más compleja de todas.

Los magistrados deben traer consigo la formación ética requerida para conseguir los más altos estándares sociales y de dignidad humana. Santos Olivo en su ensayo Presupuestos Deontológicos del Juzgador, dice que “unsimple técnico jurídico jamás podrá ser un buen juez”,pues debe tener características básicas, tales como la discreción, imparcialidad y objetividad, además de los conocimientos jurídicos y la moralidad necesarios.

La respuesta a nuestra pregunta de si los magistrados deben traer capa de superhéroes, es SI. Incluso, dichos superhéroesdeberían ser suprahombres como en Estados Unidos y Francia, donde no aspiran a ser ricos, ni obtener honores, nireconocimientos y mucho menos favores. Sin embargo, en Colombia nos da miedo aspirar a más y es por eso que nos conformamos con unos cuantos años de experiencia y una nacionalidad para ejercer la más importante función del Estado.

Es verdad que el sistema judicial debe cambiar, pues no tenemos los recursos destinados para independizar la rama judicial de principio a fin, ni formar a los futuros magistrados, quienes deberían serlo, no por un periodo de su vida profesional, sino hasta su muerte. Además, también sería conveniente cambiar la forma de nombramiento de los mismos y su remuneración, pero para lograr la verdadera imparcialidad en nuestra administración de justicia,tendríamos que iniciar de cero.

Es muy difícil creer que una persona como Quintero Bernatte con una carrera judicial tan marcada, no previera que sus comentarios podrían ser relevantes pudiendo parecer desviadores de la presunción de inocencia de un proceso judicial en curso, o que se entenderían como de odio hacia la mujer a los ojos del colectivo. Lo anterior, pues previamente fue fiscal auxiliar en la Fiscalía General de la Nación, magistrado auxiliar en la Corte Suprema de Justicia, conjuez en la Sala de Casación Penal y de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura.

No importa si manifestó impedimentos o si indica ahora que las mujeres no fueron el objetivo de su comentario ofensivo. El punto es que, lastimosamente, por tiempo, lugar y modo, a los desafortunados tuits les faltó prudencia, integridad, cortesía, honorabilidad y ética profesional, que deben anteceder a la noble e importante función de ser un magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

Los aspirantes a magistrados deberían actuar con prudencia, en la medida en que sus comportamientos y actitudes se adecuen para no producir perjuicios innecesarios; conintegridad, pues se trata de no ir contra los valores y sentimientos predominantes en la sociedad en la que prestará su función; con cortesía, como forma de exteriorizar respeto, consideración y tolerancia con los sujetos de derechos en la administración de justicia; y con honorabilidad, con la mesura que las personas merecen el respeto de los otros.

Si el sistema judicial funcionara correctamente y una de sus finalidades fuera garantizar a los colombianos el acceso a una justicia digna y no simplemente a una justicia impartida por técnicos jurídicos que hacen públicas sus posturas políticas y misóginas, habría inmediatamente después de un nombramiento con estas características, una investigación.

Salve Dios a todos aquellos que por nombramientos aligerados como este, deberán enfrentar juicios parciales y sin independencia.

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