La prensa no puede ser genuflexa
Por Aura Isabel Olano Correa
Como directora de medio de comunicación y como periodista, debo rechazar de manera vehemente los permanentes descalificativos y estigmatización que de la prensa en general y de los periodistas en particular hace el señor presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, que no solo busca desacreditarlos, sino que, con sus agresivas palabras, los pone en la boca del lobo, vale decir, de personajes violentos que cualquier día pueden atentan contra la integridad de los periodistas señalados por quien tiene el deber de defender la libertad de prensa y de expresión en una sociedad democrática y plural.
No es posible que el jefe del Estado, quien encarna la majestad de la Nación, manifieste tanto encono, cuando, paradójicamente, se refiere a su Gobierno como el ‘del amor’ y dice estar empeñado en la “Paz Total”, mientras agrede y vocifera, porque no perdona que los medios señalen sus equivocaciones, que en escasos 10 meses de mandato son muchas y en varios campos. Quien no tiene paz interior, difícilmente puede buscarla en otros.
Su autoritarismo lo ha enceguecido, caza peleas a diario, como si eso fuera para él todo un delite; busca camorra porque no le gustan los fallos de los jueces, ni las investigaciones de la Fiscalía ni las providencias de los magistrados ni la información que emiten los medios de comunicación, tampoco los comentarios de algunos columnistas que señalan sus yerros. Quisiera, al parecer, que todo fuera elogio hacia él y su Gobierno. La prensa no puede ser genuflexa. Su misión es informar. La noticia como forma de conocimiento llega al público y, como resultado de su discusión, aparece la opinión pública, de ahí la responsabilidad de comunicar de manera imparcial, que es lo que parece no gustarles a muchos gobernantes.
El presidente Petro, de manera directa, como lo hacía cuando era oposición y le dio resultado, pero ahora lo hace a su favor, convocó a una movilización, que fue concurrida, especialmente con la presencia de la masa sindicalista, de funcionarios públicos, comenzando por sus ministros, por estudiantes del Sena, animados en las calles por un congresista del Pacto histórico, además de otros grupos adeptos al petrismo, a fin de presionar al Congreso de la República para que apruebe las reformas, tal cual las ha concebido su Gobierno, sin que se les cambie una palabra. Pareció ser una movilización en contra del poder Legislativo, que tiene la inmensa responsabilidad de analizar a fondo las reformas, porque de su buen juicio depende la vida de los ciudadanos, como en el caso de la Salud; o del bienestar de los futuros pensionados, de la generación de empleo con la reforma laboral, que no sea exclusiva para darles más prebendas a los sindicatos, hoy abiertamente aliados del Gobierno Petro, cuando ese maridaje entre representantes de los trabajadores y el Ejecutivo no se había visto en la historia del país.
La libertad de prensa, la libertad de expresión, la libertad de comunicación, están ineludiblemente ligadas a todas las libertades. Una prensa libre es fundamental en una sociedad democrática, ese principio es el que debemos defender no solo los periodistas, también la comunidad en su conjunto. Frenar el derecho a informar y al público a estar informado, es un fenómeno que lleva implícito el desarrollo de una dictadura, de una autocracia que se apropia de la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad, como con preocupación lo estamos viendo.
Es lamentable que, además, de estigmatizar a los medios de comunicación y a los periodistas en general, también particularice su animadversión por la revista Semana y su directora. Quienes en el pasado lo sufrimos, entendemos como periodistas y como personas lo que puede estar detrás de posturas y contradicciones de Gobierno.
Señor presidente, si usted acierta en su misión de gobernar en beneficio de todo el país, de la comunidad nacional sin distingos ideológicos, tenga la plena seguridad de que los medios de comunicación destacaremos su gestión, si no acierta, es nuestra obligación y deber, previa investigación periodística, señalar las equivocaciones, con imparcialidad, crítica sana, propositiva y respetuosa.
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