La Miopía política del Cauca

Por en noviembre 14, 2013

Por Gabriel Bustamante Peña.

Con lástima vemos como los discursos políticos en el Cauca se han reducido a una caricatura de debate, donde se han desempolvado por un lado propuestas racistas, llenas de calificativos grotescos, de quienes dicen representar la renovación en el Departamento, y que llaman a la violencia entre mestizos, indios, negros y campesinos.

Y por otro lado, un movimiento indígena que está agotando sus tradicionales formas de protesta y presión, y que no demuestra la suficiente madurez para avanzar hacia procesos políticos más desarrollados que la tradicional, desgastada, y políticamente errónea toma de la vía panamericana.

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Pareciera que esa virtud que exalta la Constitución de 1991 de la plurietnia y la multiculturalidad, en nuestro departamento se ha distorsionado en un factor de atraso, conflicto y violencia.

Ni los indígenas se han propuesto entender a los mestizos, y mucho menos buscar formas de integrarse como caucanos, sin perder su identidad, pero si buscando puntos en común para avanzar como departamento, ni los mestizos quieren reconocer a estos pueblos, y por el contrario, la clase dirigente caucana engendra liderazgos que antes que propuestas de reconciliación, paz y progreso, se ahogan en su propio veneno, e incendian todo lo que encuentran a su paso.

Tan condenable es la reciente actitud de algunos Coconucos, que incitados por un irresponsable líder, pero a la vez cazador de réditos políticos, incitó a la invasión y destrucción de las termales de Agua Tibia, en un atentado que pone en peligro la construcción de un Cauca en paz, que pasa por aprender a vivir y subsistir en la diferencia; como condenable es la utilización de un discurso primario, que incita al odio racial, a la discriminación, y a la violencia, utilizado por un candidato a la Cámara que tristemente quiere obtener votos sobre nuestra ignorancia y nuestra tragedia.

Ni siquiera el nombramiento de un Ministro caucano, al frente de la principal cartera política de la Nación, hace que veamos la oportunidad de unirnos, al menos para aprovechar el cuarto de hora, y proponer proyectos de gran impacto para el Departamento. Más, cuando en el marco del desarrollo de la ley de víctimas, y ante un inminente proceso de paz, es nuestro Departamento el que más legitimidad tiene para reclamar por la deuda histórica que tiene Colombia con el Cauca, deuda sin la cual, es imposible pensar en un proceso real de paz y reconciliación, ya que es esta región, como ninguna otra, por la que pasan las grandes reformas que tendrá que hacer el Estado en la búsqueda de una paz sostenible y verdadera.

Pero nuestra miopía política hace que convirtamos nuestras oportunidades en obstáculos, nuestras ventajas en talanqueras, mientras seguimos, de un lado y del otro, con discursos y prácticas del siglo XIX, mientras que otras regiones se unen para enfrentar juntos como pueblos los retos que exige el siglo XXI.

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