“La fiesta no es para feos”
Columna de opinión por: uan Carlos López Castrillón
Cuando estábamos en la Universidad del Cauca, íbamos los viernes en la tarde a las «luladas bailables» de «La Esquina del Movimiento», donde prevalecían las notas del son y la salsa.
A partir de esa época se me quedó pegada la música cubana, en la cual se funden los acordes de España, el Caribe y África, con intérpretes extraordinarios como el trío Matamoros, la Sonora Matancera, Celina y Reutilio, o los Guaracheros de Oriente, entre una enorme lista que sigue creciendo.
De estos últimos, siempre me ha llamado la atención una canción que repite en su alegre coro: «usted no puede pasar / la fiesta no es para feos», que me ha servido para alimentar mi propia discusión de esa definición tan subjetiva de lo que significa “la fealdad”, para lo cual me voy al otro lado en un intento de explicación y hago propia una versión de lo que podría entenderse por belleza: armonía.
Ahí uno se pregunta, ¿es feo lo que no es armónico? ¿Lo que disuena? La respuesta la tiene cada persona, pues afortunadamente lo que para unos es feo para otros es bello, a tal punto que la historia del arte está llena de buenos ejemplos de obras «feas» maravillosas, y – yendo un poco más allá – existe toda una tendencia artística llamada el «feísmo», de la cual hay muchas expresiones, tanto en la literatura como en la escultura y especialmente en la pintura.
Desde Velásquez, cuando pinta en 1656 a Mari Bárbola en Las Meninas, pasando por Goya hace doscientos años con sus Brujas del Aquelarre y llegando a la actualidad con nuestro ejemplo más cercano, Fernando Botero y toda su obra, marcada por pintar gente “teóricamente fea”, pero armónica, nos brindan, con ese contrasentido, algo magnífico.
¿A qué viene todo esto sobre lo feo? A qué hoy, domingo 26 de agosto, se invita a votar en una consulta anticorrupción para erradicar a los feos de la política y la administración pública.
Hoy hay que decirles, y para siempre, que “la fiesta no es para feos”, que como dicen los Guaracheros «váyanse a otro lugar», donde no se roben la plata de la alimentación escolar, de los medicamentos, de las carreteras, de todo lo que significa restarle bienestar y desarrollo a los colombianos.
Ahora bien, no sé si hoy se saquen los votos necesarios para aprobar el mandato de las siete preguntas, pero – se gane o se pierda el umbral de esta consulta – no podemos ser tan ingenuos creyendo que la fealdad de la política se va a acabar porque se apruebe una norma, o se de una orden del constituyente primario.
Lo válido de este ejercicio es que la lucha contra ese flagelo está en la agenda nacional, ya hace parte del inventario de primera línea y que se debe avanzar, entre otras cosas, en acabar con la doble moral de convivir y hasta exaltar a los dueños de los negocios torcidos.
Hay que tener siempre en la cabeza que gracias a esos señores existe más pobreza y crece la desigualdad.
Tampoco podemos caer en el otro extremo, el mesiánico, o el de afirmar que quienes no voten hoy están de acuerdo con la corrupción, esa no puede ser la lectura. Por principio nadie está en contra de La Paz o a favor de los corruptos. Una interpretación amplia concluiría que el tema es de formas.
Conociendo lo difícil que va a ser sacar más de 12 millones de votos, debemos seguir adelante con la discusión de cuáles son las acciones más efectivas para acabar ese mal de la corrupción, en la seguridad que de lo contrario nos va a corroer hasta acabarnos como sociedad.
Posdata: hoy 26 de agosto se celebra en nuestro país el Día Nacional del Adulto Mayor. Una felicitación muy grande a esos casi seis millones de colombianos que significan, entre otras cosas, nuestras raíces y nuestra historia.
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