¿Hasta cuándo tanto abuso con el Cauca y su gente?
Por Aura Isabel Olano Correa
Ningún otro departamento del país ha sufrido tanta violencia ocasionada por comunidades indígenas, narcotraficantes, guerrillas, delincuencia común, abusos de toda clase, que han pauperizado a esta región y a sus valientes habitantes que claman a los gobiernos nacional y departamental tomar, de una vez por todas, medidas enérgicas contra quienes le hacen tanto mal a esta rico y sufrido departamento.
Además de los criminales ataques de las denominadas disidencias de las Farc y del ELN, que viven y han vivido de las economías ilegales, como los cultivos de uso ilícito y de toda su nefasta cadena “productiva”, de la minería ilegal, de la extorsión, del boleteo, del secuestro y reclutamiento de menores de edad, se ha sumado el daño que durante décadas le han venido causando las comunidades indígenas al Cauca y a su gente, como si fueran las únicas que merecieran toda suerte de privilegios, en espacial tierras, que se las vienen entregando distintos gobiernos nacionales desde la década de los años 60 del siglo pasado, excelentes fincas que antaño producían comida, generaban empleo, pagaban impuestos nacionales y locales. Pero, nada los sacia, tampoco rinden cuentas de esa cantidad de tierras que ha adquirido a lo largo de décadas el Estado colombiano, sin que se vea su productividad, pero piden más y más. ¿Para qué?
En gran medida ciertas comunidades indígenas tienen responsabilidad en que el Cauca se haya convertido en la meca de los cultivos de uso ilícito y en el procesamiento de la coca, porque permitieron que guerrillas y narcos entraran en los que dicen son sus territorios sagrados, a los que no les permiten el ingreso al Ejército Nacional y la Policía. Basta recordar cuando sacaron a patadas del Cerro de Berlín a un grupo de soldados que cuidaba ese lugar.
¿En qué sitios están los laboratorios de cocaína, que envenenan los ríos y cañadas con innumerables sustancias tóxicas? ¿Cómo cuidan, entonces, la pacha mama que dicen defender? No más hipocresía, los caucanos están hartos de tanta falsedad y cinismo.
El Gobierno Petro que dice que la paz total no llegará si no se hace reforma agraria, o sea repartija de tierras, que nos diga a los caucanos cuántas hectáreas desde los años 60 les han entregado al Cric y a otros grupos indígenas y qué han hecho con ellas. La reforma agraria desde Carlos Lleras Restrepo, ha sido entregar tierras productivas, mal pagadas a quienes eran sus dueños, con la plata de los impuestos de caucanos y del resto de colombianos. ¿A eso se le puede llamar reforma agraria? ¿En dónde han estado los controles estatales para que esas supuestas inversiones rindan sus frutos?
Nada de eso se ha hecho, solo se beneficia una etnia que se cree con derechos, pero sin obligaciones, en perjuicio del campesinado y de la negritud que trabajan de sol a sol. No tienen obligaciones con el Estado ni con el departamento en el que habitan y mucho menos con la gente que paga tributos para que unos pocos se lucren y sigan exigiendo, como si se tratara de un barril sin fondo.
Que quieren más tierras y fundar más resguardos, como lo está exigiendo hoy, 7 de agosto, el indígena Misak, Enrique Yalanda y un pequeño grupo de acólitos, quienes madrugaron a las 4:30 de la mañana a bloquear la Panamericana, a la altura de la María- Piendamó, uno de sus fortines. Yalanda y sus amigos quieren su propio resguardo, porque aducen que el dinero que les gira el Gobierno nacional a esas comunidades, lo quieren manejar ellos solitos, sin la intromisión de otros líderes indígenas. O sea, que bloquean la Panamericana, perjudicando a viajeros, conductores, a la economía regional y nacional, porque van tras el dinero que sale de los impuestos de los colombianos a los que perjudican.
Las horas de este día de la Independencia de Colombia pasan sin que el presidente Petro, que echó el cuento del éxito de sus dos años de mandato, teniendo como escenario el Altar de la Patria, el puente de Boyacá, en donde se selló la libertad de nuestra Nación, se tomara la molestia de, al menos, pronunciarse por el bloqueo de que es víctima el suroccidente del país, tampoco lo ha hecho el gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, que dicen, se encuentra en un PMU en su despacho, sin que aún se conozca un pronunciamiento oficial.
Al momento de escribir esta nota, no había corredor humanitario, el grupo de indígenas no dejaba pasar las ambulancias, no permitía el paso de enfermos. ¿Qué tipo de gente es, a la que no le importa el dolor ajeno? Entre tanto, exigen para ellos el estricto cumplimiento de los derechos humanos, que en este país se han ideologizado.
Y los representantes del Cauca en el Congreso y en la Asamblea del Departamento, ¿qué dicen sobre este nuevo bloqueo? ¿No será hora de legislar para castigar a quienes impidan la movilidad en las carreteras? ¿Cuántos delitos puede haber en esa atrevida conducta? Ya no más miramientos, todos los colombianos tenemos los mismos derechos.
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