Gaviria y su falta de sindéresis

Por en abril 28, 2021

Por Aura Isabel Olano

Oponerse a medidas adoptadas por el Ejecutivo es, además de respetable, necesario en toda sociedad democrática y plural. Igual respeto merece el respaldo a las mismas. En uno u otro sentido se debe, desde luego, privilegiar la fundamentada argumentación que genere una reflexión confrontándola con la contraparte, lo que derivará en enriquecer el debate sano de las ideas y coadyuvar a la toma de decisiones.       

Lo que estamos viendo en Colombia a raíz de la presentación por parte del Gobierno Duque del Proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible, más conocido como reforma tributaria, es una pobreza de ideas, de propuestas, muchos de los llamados dirigentes nacionales se oponen por oponerse, porque creen que con esa actitud obtendrán réditos en las próximas elecciones, sin importar la quiebra de las finanzas del Estado, no de un Estado abstracto. 

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Que la reforma no es la mejor, es verdad. Que hubo mucho misterio en su estudio y construcción y confección, también es cierto; faltó pedagogía por parte de los técnicos del Ministerio de Hacienda. Hay aspectos que debieron tener más análisis y evitar recular estando ya el proyecto de Ley en manos del Congreso de la República, como el anuncio del viceministro de Hacienda de retirar la propuesta del IVA a los servicios públicos de los estratos 3, 4 y 5. 

No se puede negar que el proyecto del Gobierno en varios aspectos es progresista, no obstante, políticos cortoplacistas, dirigentes del paro y los manifestantes, muchos de ellos saqueadores, de eso poco entienden. Dirigentes gremiales y empresariales venían recitando sobre la necesidad de una reforma estructural, pero, al parecer, la propuesta tocó algunos de sus intereses.     

La reforma es necesaria. No se puede negar que en el 2019 el país estaba creciendo en materia económica, pero nadie vislumbró una pandemia como la ocasionada por el coronavirus Covid 19, que mandó al traste no solo la economía de Colombia, sino las de todas las naciones del mundo, por lo que hay que tratar de solventar las finanzas públicas, como lo están haciendo otros países con sus propias reformas fiscales, como es el caso de Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, la acaba de anunciar. 

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Ante tan delicada situación que compromete la estabilidad financiera, social, económica, de salud pública del país, hay que ser consecuentes y empezar a estudiar de manera juiciosa cómo podemos salir de esta terrible e inédita encrucijada, teniendo aún vivo el virus y otras amenazantes cepas. 

Hay un proyecto de Ley que cursa en el Congreso, que se debe tomar como el punto de partida, analizarlo sin ideologismos, sin politiquería y ajustarlo, mejorarlo, pensando exclusivamente en el país y su gente, en especial la más vulnerable, que está en todos los estratos socioeconómicos. Sabemos, y así lo debemos entender, que se impone un sacrificio que todos estamos en la obligación de asumir, cada quien en la medida de sus posibilidades económicas.

Pero, hay posturas de personajes nacionales que son, francamente repudiables, como la actitud del ex presidente César Gaviria, de quien el país esperaría propuestas, argumentos sólidos, antes que politiquería. Un supuesto estadista que no está pensando en el país, sino en las próximas elecciones, deja mucho que desear. Que se oponga a la reforma del Gobierno Duque, es válido, pero que lo haga con fundamento, no zapateando, cuan niño malcriado, berrinche que no le queda bien a quien dirigió los destinos del país. 

Se puede estar en contra de las posturas y actuaciones de los funcionarios públicos, pero no de manera desobligante, por decir lo menos, como lo hizo con el ministro Carrasquilla: “Váyase y no nos joda más”, qué gran argumento. También de Carrasquilla ha dicho que es igual de peligroso al narcotraficante Pablo Escobar, a quien él, Gaviria, siendo presidente de la República, no le tenía miedo, pero le permitió que construyera su propia cárcel, con todos sus lujos, en donde cometió terribles delitos, y para fugarse de la “Catedral”, el narco más peligroso, al que Gaviria no le temía, secuestró al viceministro de Justicia, Eduardo Mendoza y al director de Prisiones, coronel Hernando Navas.  

A juzgar por las recientes actitudes del ex mandatario Gaviria Trujillo, quien, además amenazó a los congresistas liberales que voten a favor del proyecto de Ley de reforma tributaria, con no concederles aval para las próximas elecciones, lo que suena a chantaje politiquero del director de esa colectividad.

Al ex mandatario le falta sindéresis, que es la capacidad de un individuo de emitir juicios y decidir de manera reflexiva y con inteligencia. Igualmente, la sindéresis hace que una persona actúe con sentido y sin necedad. Por eso es imprescindible en quienes tienen un liderazgo y que, infortunadamente, lo utilizan para su propio beneficio y el de su camarilla, como en este caso.

Si no se hace una reforma tributaria seria, pensada en los intereses superiores de Colombia, al próximo presidente de la República le quedará una situación muy difícil de manejar. ¿Habrá pensado Gaviria en lo que puede meter a un eventual candidato que apoye para el 2022? 

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