Estética de la música en Mildred Jaramillo de Zambrano
Estímulos estéticos se consagraron, cuando lograron la grandeza en su expresión, transformando en estilo la sonoridad de la música y la fuerza espiritual de lo humano.
Por Juan Cristóbal De La Torre
Un concierto goza de privilegios como las palabras o lo escrito, cuando lo melódico, lo rítmico y lo armónico con sus manifestaciones, establecen preeminencia en la interiorización de la partitura con el pensamiento, como la integración de la Música con la Sociedad.
Podemos aprender mucho sobre la trascendencia de la naturaleza humana y su linaje, a partir del estudio, de la interpretación instrumental o el disfrute pleno de una de las pulsaciones del arte: los sonidos bellos del piano.
Conviene, entonces, hablar de nuestras propias percepciones, si hay cierto sentido o un poder elocuente, una ejecución memorable, los acordes preciosos, luminosos y reconfortantes para aliviar nuestra existencia y las tareas de la vida cotidiana.
Mildred: pusiste tus manos con maravillosa energía, manteniendo la caricia y un estrecho contacto con las cuerdas vibrantes en una caja de tiernas resonancias … tocándose con lo divino y lo perfecto; afinado para obtener mayor intensidad en una real maestría, con la belleza de un lenguaje: los ojos y las manos en magistral consonancia, la estética del piano, una profunda compenetración.
Así, la magnificencia de la historia pianística de nuestra concertista, prueba luminosamente la condición privilegiada que conserva Mildred, propia de su personalidad.
El teclado participó íntimamente con el repertorio, con los diferentes estados de ánimo, con el acompañamiento de otros instrumentos, evidentes concertistas en cada una de las idealidades sonoras, evocando desde el Paraninfo Francisco José de Caldas de la Universidad del Cauca, nuestra siempre bienamada Alma Mater, una atmósfera de
«Popayán la Culta» en la escala de su apoteosis.
Mildred Jaramillo de Zambrano, Juan Carlos Gómez, Felipe Ante y Andrei Sarria, exaltaron un » Canto a la Ciudad en sus «Gentes «… desde luego, «Vivir sin ti»,
«Memorias de una triste canción «, » Popayán», «Alma, Corazón y Vida», «Historia de un Amor», » La Cumparsita», entre otras, son el universo del sonido, de la pasión por la música, el respeto al auditorio, el aprecio y valoración presencial representativo de la estirpe de sociedad y academia, música instrumental e intérpretes.
Es apenas natural que los románticos sigan ocupando los auditorios, destacando en la etnografía de los lugares, lo selecto de los repertorios, las identidades culturales, la nobleza del espíritu, la procreadora construcción de escenarios.
En la época clásica, en la romántica, en la impresionista o en la de ahora, en materia de las exigencias estético – instrumentales, ellas sean coherentes y comprometidas a afrontar a todo, de expresarlo a todo, satisfacer enteramente a todo; que su carácter fundamental permanezca inalterable a través del perfeccionamiento, enriquecimiento por el conocimiento, hechos prodigiosos que convoquen a repensarnos, llegar más allá de las crónicas, llevar a las instancias sociales e institucionales propuestas culturales. Procurar imaginar lo que son esas maravillosas obras musicales eternas de compositores y concertistas inmortales, espiritualidad que trasciende desde los recintos sagrados del arte.
Mildred, Popayán acude y asiste a los espacios y recintos que dignifican la esencia de su ser; para ejecutar la fantasía de sus exigentes composiciones, en un admirable dominio y maestría, un refinado gusto para escogido repertorio; nos estrechamos las manos por el piano que propusiste y lograste el efecto que buscabas: notas mágicas para repetirlas en auditorios que estarán profundamente maravillados.
Admite con gusto la expansión pianística de tus manos, y dirás: esto es lo que hice, y diremos: esto es lo que hicimos.
You must be logged in to post a comment Login