Entre lo fantástico y lo real es el arte del payanés Enrique Castrillón Fossi
Tiene como referente a Vincent van Gogh, influencia que se advierte en su pintura desde una perspectiva más moderna.
Por Aura Isabel Olano Correa
El portón, a pesar de ser parecido a los del resto de las residencias de esa bonita parcelación, al norte de Popayán, tiene un sello especial, el de un artista, que no solo pinta sobre lienzo, metal, cuero, madera y cuanta superficie se le ocurra, sino que, además, las puertas, como la de entrada y la mayoría de muebles de la casa, los ha fabricado o transformado en obras de arte, con detalles, unos muy sutiles que se van descubriendo poco a poco con el asombro y la curiosidad de un niño, como nos sucedió, al haberle permitido, al periódico La Campana, visitarlo en su mágico hogar y taller.
Enrique Castrillón Fossi nos esperaba, al lado de su esposa, Ofelia Camacho, a quien conoció en la Escuela de Bellas Artes, en el tradicional barrio La Candelaria de Bogotá, en la década de los 80, cuando eran alumnos de importantes maestros. Hace 22 años regresaron a Popayán. “Tenía que hacerlo, porque esta ciudad significa los recuerdos de mi infancia y de mi familia”.
Su abuelo, Hipólito Castrillón Mosquera, fue de los primeros alumnos de la Escuela de Pintura, anexa a la Universidad del Cauca, junto con Efraím Martínez, José Vicente Rivera, Antonio M. Tafur, Arturo Aragón y Hernando Arboleda, alumnos del maestro Emilio Porcet. Hipólito Castrillón, optó por la acuarela que combinó con negocios particulares y contribuyó a que Martínez, autor de la Apoteosis de Popayán, que está en el paraninfo de la Universidad del Cauca, se especializara en Europa, en agradecimiento, le obsequió la famosa obra La Pordiosera, que pertenece a la familia Castrillón.
Castrillón Fossi se expresa artísticamente de forma diferente, aprovecha al máximo el color, su temática está entre lo fantástico y lo real, cuando descubre un nuevo color, trata de incluirlo en su obra. Utiliza el acrílico, también lo trabaja con veladuras en óleo y carboncillo.
Recién graduado en la Escuela de Arte, expuso varias veces en Bogotá, pero lo dejó de hacer por casi 40 años; se encerró a pintar, porque sentía que necesitaba tiempo y tranquilidad para investigar y crear; en esa etapa su producción fue prolífica. Contó con el apoyo de su familia. Mientras él pintaba, Ofelia ejercía su profesión de bacterióloga, hoy, ya pensionada, retomólos pinceles.
Después de tan larga pausa sin mostrar al público su obra, Castrillón Fossi expuso en la Semana Santa de Popayán 2024, en Casa Arte, en la cual, la también pintora, María Stella Perafán Simmonds, ha acogido a los artistas locales. La obra de Castrillón gustó por su originalidad, aunque se advierte cierta influencia de la pintura de Vincent van Gogh, pero con un concepto más moderno.
También es escultor, especialmente en madera. De su suegro, Jorge Camacho, que trabajaba este material, no solo recibió indicaciones, también le legó la herramienta, con la que comenzó a esculpir una de sus más preciadas y particulares creaciones: el caballo, proceso artesanal de seis o siete meses, que comienza con un fino bloque de cedro que distribuye en tablones; a partir de ahí, elabora los moldes, corta la madera y va ensamblando, es un tipo de carpintería diferente, no es el tradicional. El cuerpo de esa escultura guarda una serie de cajones, como el secreter, mueble clásico de estilo francés. La superficie del caballo lleva muchas figuras pintadas en alegres colores. Dos de esos ejemplares se los obsequió a sus hijos, Pablo y Camilo.
La madera ha sido una solución para tener objetos utilitarios en su casa y, al mismo tiempo, es una diversión que se remonta a su infancia, de los objetos que quería hacer, con cajones secretos para guardar cosas que nadie encontrara. En la madera esculpe juegos tradicionales, como el trompo, los dados, las cartas.
En la cocina, la puerta de la alacena es muy particular, en la madera están esculpidas las siluetas de cafeteras, tazas, platos, jarras, teteras y otros utensilios. El mesón y los gabinetes, igualmente, son de su autoría.
Todo en la residencia de Enrique y Ofelia es arte. La mirada se pierde entre objetos utilitarios, esculturas y pinturas; el visitante puede durar horas descubriendo, con asombro, muchos detalles en las obras de este maestro, muchos sutiles, como una delicada pluma de escribir, en la mesa del comedor, diseño que se le ocurrió al momento del acabado con pintura. Las ideas le van surgiendo paso a paso.
Desde muy pequeño solo quería pintar, era lo único que hacía en su época escolar, de ahí que haya pasado por casi todos los colegios de Popayán, de los que desertaba al ser declarado indisciplinado, porque los lápices y colores lo distraían de sus obligaciones académicas, además de un par de caricaturas de sus maestros, lo que hace 50 o 60 años era considerado falta grave y la expulsión no tenía apelación.
La casa la construyeron hace unos 10 años, en consecuencia, cada puerta, ventana, mesa, lámpara, clósets, camas, han sido diseñadas y elaboradas por este maestro, labor que le ha tomado varios años, además recicla y transforma muebles, según lo requieran.
¿Cómo transforma un objeto en otro? Verbigracia, esa puerta que consiguió en la demolición de una casa en Popayán, que luego de tres años la convirtió en ventana, desde la cual se divisa el mar, tema que ahora lo tiene obsesionado, tanto, que quiere plasmar el Pacífico. Calcula que, en seis meses o un año tendrá una nueva exposición, en la que incluirá bodegones fantásticos.
El ambiente de este hogar es agradable, propicio para la creatividad. Está rodeado de naturaleza, al fondo de la vivienda, separado por un jardín, está el taller, no solo de pintura, también de escultura, es otro mundo. Si al artista se le ocurre una idea, para de pintar, abre su carpintería y diseña nuevos objetos.
“Gran parte de mi arte es artesanal, antes de entrar a la Escuela de Arte, hacía objetos en cuero, después trabajé en vitrales, siempre he tenido la inclinación de hacer arte con los objetos que encuentro, reciclarlos y convertirlos en algo útil”.
También pinta sobre metal, no encuentra la diferencia de hacerlo en diversas superficies, para él es lo mismo plasmar sus trazos en caballete sobre lienzo, vidrio o en una tabla, no importa el medio, lo que busca es la oportunidad de pintar sobre algo, como si fuera un cuadro.
En la decoración de la casa de este gran artista, se halla un bastidor que separa el área social de las habitaciones, a manera de puerta corrediza, hecho en pergamino y pintado con hermosas flores estilo japonés, cultura que siempre ha llamado su atención. Dice que, en las casas tradicionales de Japón, sobre papel liviano, tienen esas divisiones y pensó que era práctica para ese sitio de su hogar.
Durante 10 años estuvo al frente de la Academia de Arte del colegio Campestre Americano de Popayán, en donde orientó a los niños hacia la creatividad, de la misma manera como habría querido aprender cuando era niño.
“Hice una labor positiva, asistían alumnos de todas las edades, de kínder a 11 grado. No les enseñé técnica, sino a expresarse como quisieran. Si alguno no sabía pintar, con que hiciera una mancha negra, para mí era válido, pues en el futuro no iba a pintar, en cambio, se le habría despertado la creatividad, que muchas veces pasa inadvertida. De los 4 a los 12 años, el cerebro recibe más información y despierta la imaginación, entonces, como profesiones, van a ser creativos, los médicos, por ejemplo, lograrán técnicas nuevas, los arquitectos diseñarán proyectos novedosos. Hablo con quienes fueron mis alumnos en el colegio Campestre, hoy profesionales, y sienten que fue muy positiva la parte artística”.
Actualmente enseña a niños en su taller, comienza con los acrílicos, por ser una pintura con consistencia, que les permite hacer muchas cosas. Al principio no los instruye en las técnicas, sino en la manera como pueden utilizar las pinturas. No funge como el maestro que se la sabe todas. Él se convierte en una herramienta más, igual al pincel, a la pintura o al vaso de agua que el niño utiliza, ya cuando lo necesita, le resuelve las dudas. “Esa es una manera de no coartar la creatividad, porque cada persona debe encontrar cómo expresarse”.
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