El mural de Rivera y la veeduría del nuevo aeropuerto de Popayán

Por en julio 26, 2022

Aeronáutica tendrá que licitar de nuevo la construcción de la torre de control, la  Contraloría iniciará proceso por presunto detrimento patrimonial. 

Por Guillermo Muñoz Velásquez 

Un mural alusivo a “La Chirimía Caucana” que pintó hace seis décadas el artista colombiano, Augusto Rivera Garcés, logró salvaguardarse por el empeño del arquitecto José Alonso Monteros, veedor de las obras del nuevo aeropuerto de Popayán. Esta es la historia. 

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El viejo terminal aéreo debía demolerse y ser sometido a un proceso de modernización en el que la Aeronáutica Civil invirtió hasta hoy, más de 61 mil millones de pesos, incluida la torre de control y ha gastado tres años en la ejecución del proyecto que inició en el 2019 y aún no termina. 

La renovación del aeropuerto “Guillermo León Valencia” de Popayán, contempló previamente los diseños y estudios para la construcción del cuartel de bomberos, las áreas de parqueo, el centro de operación de pasajeros, la torre de control y la plataforma de llegada y salida de aeronaves. La pista no se licitó por haberse ampliado con anterioridad. 

Alonso Monteros, un arquitecto nacido en Popayán y egresado de la Universidad del Valle, ha sido un vigilante acucioso de las obras aeroportuarias que adelanta la Aeronáutica Civil, entregadas a los consorcios Alianza YDN Popayán, que se encargó de las áreas centrales del terminal y Obex que debía construir la torre de control. Como interventor fue contratado el consorcio Krystal SAS. 

En las primeras veedurías que practicó el arquitecto Monteros, junto a los otros miembros del grupo veedor, con acompañamiento de la Contraloría General de la República, se encontró que los cimientos del conjunto de edificaciones del nuevo aeropuerto se construirían en un terreno muy húmedo (nivel freático), a una profundidad de solo 10 metros. Había entonces deficiencia en los estudios y diseños, previamente licitados y adjudicados, que no garantizaban la estabilidad de la obra. Esta eventualidad obligó al consorcio Alianza YDN Popayán a contratar un estudio adicional de suelos del cual dependería el cálculo estructural de las áreas intervenidas del terminal. El trabajo arrojó, que la cimentación debía arrancar desde una profundidad de 25 metros y no de 10 como lo había precisado el primer estudio de suelos. Este reajuste costó 15 mil millones de pesos. 

La torre de control, a cargo del consorcio Obex, debía cimentarse también, según el último estudio, a 25 metros de profundidad. En este tramo de la obra surgieron problemas que según criterio del veedor retrasarán estos trabajos de ingeniería, porque tanto la Aeronáutica como el contratista no aceptaron en principio las nuevas exigencias de profundidad y consideraron que la torre de control podía levantarse desde los 10 metros como lo indicó el primer estudio.

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En la discusión de este punto se perdieron casi siete meses, al final de los cuales se contrataron unos estudios nuevos, en los que se incluyó una prueba de pilotaje que demostró que la torre de control debía cimentarse mínimo a partir de los 25 metros. Para atender este requerimiento de la veeduría, se asignaron recursos por 2.400 millones de pesos que causaron el colapso económico del consorcio Obex, situación que lo obligó a desistir del contrato. La Aeronáutica, tendrá que licitar nuevamente la construcción de la torre de control y seguir operando por ahora, la antigua torre. Según las objeciones anteriores, la Contraloría iniciará un proceso por un presunto detrimento patrimonial. 

El mural del maestro Rivera 

En el viejo lobby de pasajeros del aeropuerto, un mural del pintor caucano, Augusto Rivera Garcés, que elaboró seis décadas atrás, estaba en riesgo de desaparecer por las obras de demolición del antiguo edificio, pero el arquitecto Monteros, en su condición de veedor, exigió su protección y preservación.

Lograrlo, le significó una odisea con las firmas contratistas que no observaban mayor interés en esta exigencia, pero que al final de las discusiones la acataron porque se trataba de un mural que pertenece al patrimonio artístico nacional. El llamado al Ministerio de Cultura, la intervención de la hija del muralista Martha Lucía Rivera, del restaurador Juan Arroyo, la veeduría y la propia decisión de la Contraloría General, fueron aportes concluyentes para estimar que la majestuosidad de la obra artística, su técnica y contenido y el talento del maestro Rivera que la concibió para exaltar al conjunto instrumental autóctono, conocido como “La Chirimía caucana”, daban para un severo examen de conservación del mural. Recuérdese que Augusto Rivera Garcés, es un importante artista caucano, que alterna su obra con Obregón y Grau en el Centro de Convenciones de Cartagena y se exhibe en otros escenarios nacionales y latinoamericanos.  

El Ministerio de Cultura comisionó a un grupo de especialistas que dirigió en tres meses un minucioso trabajo de protección del mural que Rivera plasmó aplicando la técnica de la tesela y usando pequeñas piezas en piedra y cerámica de diversos colores, sobre un boceto a lápiz. Desprenderlo de la pared que lo sostuvo por tantos años, fue una labor titánica y de cuidadosos procedimientos. Cada cuadrito de cerámica que daba forma a todo el mural, tuvo la rigurosa limpieza y atención de los expertos que a su vez utilizaron materiales como papel seda, una gruesa capa de poliuretano de diez centímetros de espesor, bolas de icopor y engrudo que sirvieron para desmontarlo, estabilizarlo y ponerlo en un guacal de acero y madera dentro del cual se trasladó y se aseguró. La Aeronáutica aportó 400 millones de pesos para este loable fin. 

Aunque estas obras de ingeniería tuvieron percances, podemos estimar que el aeropuerto de Popayán que lleva el nombre del insigne expresidente colombiano “Guillermo León Valencia”, y mantiene en el lobby principal la obra pictórica de Augusto Rivera, pronto será una realidad.

La torre de control, faro y guía de la operación aérea, será reemplazada por una moderna torre, luego de que supere las dificultades técnicas de los primeros diseños y la Aeronáutica Civil convoque la licitación del nuevo contrato.  

La ciudad tendrá un aeropuerto intermedio, con una pista de 1.880 metros de longitud y una amplitud de 27 metros, capacitada para el despegue y aterrizaje de aviones Airbus A 300 de pasajeros y carga, aviones militares Hércules y Antonov y garantizada para la presencia de más líneas y rutas nacionales.

El arquitecto Alonso Monteros, seguirá ejerciendo la veeduría con estricta disciplina y compromiso, hasta que se cumplan sus requerimientos, gracias a los cuales esta magnífica inversión nacional para la histórica ciudad de Popayán, prometerá un terminal aéreo de proyección futura. 

(guillermomvprensa@hotmail.com)   

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