EL malestar de la política
Opinión por: Jairo Hernán Ortíz Ocampo
Docente Programa de Ciencia Política
Universidad del Cauca
Ni la pobreza, ni la desigualdad, ni la exclusión son naturales y por lo tanto no hacen parte de un orden natural, ni mucho menos son productos del destino y/o de fuerzas divinas. La gente no nace pobre ni desigual, nace en el país equivocado, diría Angus Deaton, premio nobel de economía en el 2015. Es decir, los países pobres perpetúan la existencia de gobiernos débiles o corruptos, de instituciones endebles y de políticas perniciosas.
Cuanto más pobre es un país, más naturaliza sus problemáticas sociales y económicas y más rápidamente se aleja de la premisa de que todas las causas de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión fueron generadas por las decisiones de malos gobiernos.
Por ello no es casual que Colombia ocupe el segundo puesto en América Latina y el octavo en el mundo, con los índices más altos de desigualdad. Tenemos los niveles más altos de atraso en desarrollo que impiden que se pueda competir en igualdad de condiciones con otros Estados. Tenemos una tasa de analfabetismo que raya el 13.1% de la población; todavía el ingreso a la universidad pública sigue siendo un privilegio de pocos. Contamos con una infraestructura vial de las más atrasadas con respecto a los países vecinos de nuestro continente. Tenemos un sistema de transporte indignante y obsoleto. Contamos con una cultura mafiosa que impulsa a su manera la economía y el desarrollo del país y una clase política clientelista que se legitima a sí misma con la lógica del intercambio de favores.
Por lo tanto, si nos preguntamos: ¿por qué el país está estancado en su desarrollo y por qué está organizado de manera ineficiente y no deseable? Debemos centrarnos en la manera en que son tomadas concretamente las decisiones, quién las toma y por qué estas personas deciden hacer lo que hacen: qué modelo económico, de desarrollo y de sociedad están implícitos en la toma de decisiones y cuáles son los intereses en juego. El estancamiento del desarrollo de Colombia, más aún en sus sectores rurales, ha sido el resultado de las decisiones tomadas por quienes hemos elegido para tomarlas. Es por ello que hay que decir que los países pobres lo son porque quienes tienen el poder, tomaron y siguen tomando decisiones que crean pobreza.
Para lograr la prosperidad y el desarrollo equitativo del Estado se requieren cambios estructurales en la manera en que se viene pensando y haciendo política. Para ello se hace necesario desnaturalizar los problemas y buscar de manera efectiva las soluciones a las problemáticas que más nos agobian. Celebro el gran trabajo que actualmente hacen desde las bases los movimientos sociales, especialmente los movimientos estudiantiles, que evidencian desde ya tiempos de cambio y de un nuevo orden político, con mayor posibilidad de acceder a un desarrollo real con justicia social y con una nueva idea de la política.
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