Editorial López, 50 años de buena impresión

Por en mayo 12, 2015

Tres generaciones dedicadas a las artes gráficas en el Cauca

Por Aura Isabel Olano

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La génesis de la Editorial López tiene mucho que ver con parte de la historia de Popayán y se remonta a 1918 con la existencia de la tipografía El Carmen de los hermanos Maristas.

Los religiosos, que tenían su residencia contigua al templo de El Carmen, habían iniciado en 1915 la escuela de Artes y Oficios, en la que ofrecían encuadernación, fotograbado, ebanistería, entre otros. Allí, los muchachos de la época cursaban la primaria.

Fue, precisamente, en la sacristía de la iglesia de El Carmen, en donde nació en 1909 Gerardo López Cuellar, padre de Reinaldo López Ramírez, porque sus papás, Jesús María López y María Jesús Cuellar, eran los sacristanes. El pequeño creció bajo la protección no solo de sus progenitores, sino de los religiosos.

En 1918 a través de la escuela de Artes y Oficios, los hermanos Maristas trajeron la tipografía a Popayán, a cargo del hermano Esteban y de otros religiosos de origen francés, primeros en llegar a la capital del Cauca. Fueron los maestros de artes gráficas de Gerardo López, quien aprendió a manejar maquinaria, equipos y caracteres traídos de Francia y de Alemania. Este joven que entró como alumno con tan solo 9 años, se inició en el oficio del fotograbado, fotografía, encuadernación, plegado, guillotinado y tipografía.

La máquina más viejita que posee la Editorial López es la tarjetera. Desde 1965

La máquina más viejita que posee la Editorial López es la tarjetera. Desde 1965

Con tan solo 16 años, en 1925, tomó el manejo de la tipografía El Carmen. En 1947 los hermanos Maristas se la ofrecieron en venta al aventajado alumno. Le pagaron sus cesantías con parte de la imprenta y le prestaron el dinero para que edificara su casa.

A partir de 1947 comenzó la historia de los López como empresarios de las artes gráficas. Por eso dice su hijo Reinaldo, que su familia se levantó en la tipografía. Pero no fue fácil para su padre asumir una empresa con 10 trabajadores, además debió ampliar su casa para albergar a sus 14 hijos, de los cuales viven diez.

El trabajo fue tan arduo, que murió a temprana edad, en 1961, a los 52 años. Pero les había enseñado a sus hijos el oficio de la tipografía. Los quebrantos de salud hicieron que dos años atrás su hijo Reinaldo lo relevara no solo en el manejo de la empresa, sino también en su compromiso semanasantero.

“La enseñanza de la tipografía fue lo más hermoso que nos pudo dejar, y lo más grandioso para los patojos, en cuanto a las procesiones de Semana Santa, los pasos del Señor del Perdón y la Virgen de La Soledad”, dijo emocionado.

Los mayores de la familia se hicieron cargo de sus hermanos menores, siete mujeres y un hombre. Una década después vieron la necesidad de independizarse, así lo hicieron Reinaldo y tres de sus hermanos. Gerardo fue socio inicial de Reinaldo en la editorial López Hermanos Ltda. Años más tarde Antonio se residenció en Caracas, en donde hace 46 años tiene una empresa de artes gráficas. Jesús, su cuarto hermano, es propietario de gráficas Gutenberg, y sus hermanas Ana Cecilia y Laura María se dedicaron a la encuadernación.

Reinaldo López les legó a sus hijos la empresa, pero no ha entregado el “barrote”.

Reinaldo López les legó a sus hijos la empresa, pero no ha entregado el “barrote”.

En 1965 nació Editorial López

En 1965 Reinaldo fundó Editorial López, esfuerzo en el que fue apoyado por Alfonso Rivera Alegría, compadre de su papá y carguero del paso del Perdón, quien se ofreció como su incondicional fiador. Igualmente, Julia Plaza de Muñoz, tía de Stella Campo, su esposa, quien no solo los acogió en su casa durante su primer año de matrimonio, sino que la hipotecó para que Reinaldo arrancara con la editorial. Cuando enviudó le ofreció en préstamo parte de lo que heredó de su esposo, para que se lo pagara cuando pudiera.

Dice este veterano impresor, que comenzó su vida empresarial con hipotecas bancarias y así ha continuado. Recuerda que los primeros 20 años de Editorial López fueron muy buenos porque no había tanta competencia y mucho menos desleal, como en la actualidad. Los últimos 30 años han sido más difíciles, porque los dineros ‘non sanctos’ también penetraron en esta actividad comercial. A pesar de ello Editorial López siempre ha estado a la vanguardia de las artes gráficas en Popayán y el Cauca, gracias a la calidad que ofrece, que es reconocida.

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Dos de sus hijos, que pertenecen a la tercera generación de la familia López, lo acompañan en el manejo de la empresa. Mónica deja en las mañanas su consultorio odontológico para apoyar las labores de la Editorial. César, administrador de empresas de la Universidad Nacional, en donde fue alumno destacado y al terminar su carrera manejó la imprenta de ese importante centro de estudios superiores del país, también dirigió la Imprenta Nacional en Bogotá, con más de 300 empleados.

De César, que está al frente de la Editorial, dice que ha sido su mayor puntal y su mejor alcayata para sostener la empresa. Sin embargo, Reinaldo no ha dejado el barrote, no la ha “pedido”, a su cargo están la producción y el manejo económico.

“Hace 20 años le solté la empresa a César y el paso del Perdón, porque en 1994 monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, entonces Arzobispo de Popayán, me eligió como síndico de Nuestra Señora de La Pascua, y no podía con la sindicatura de tres pasos”.

Actualmente y desde hace casi 40 años, Reinaldo y su esposa Stella Campo de López, quien ha sido su mayor soporte, son los síndicos del paso de La Soledad, y su hijo César tiene la sindicatura del Perdón, paso que su abuelo Gerardo López comenzó a armar y fue su síndico desde 1940, año en que nació Reinaldo. “Esos dos pasos son los mejores patronos que tiene Editorial López”, enfatizó con gran reverencia.

Fue duro cambiar en 1980 de la tipografía a la litografía, pero la experiencia de Editorial López resultó exitosa.

Fue duro cambiar en 1980 de la tipografía a la litografía, pero la experiencia de Editorial López resultó exitosa.

Evolución tecnológica
A Reinaldo López, que aprendió con su padre la tipografía, a hacer clisés, manejar chibaletes, cajas, interlíneas, etc., en la era en que los caracteres se armaban a mano, le ha tocado asimilar la evolución tecnológica de las artes gráficas, que es un mundo fascinante y complejo.

Cuando un cliente solicitaba la cotización de un folleto, había que contar todos los caracteres y renglones, además conocer en qué tipo de letra había que levantar el texto para no fallar en el precio. Eran tan precisos en ese detalle los operarios que formó su papá, que hoy se da el gusto de decir que hacían el trabajo mejor que muchos de los actuales diseñadores egresados de universidades, que no saben de ortografía, de redacción, de diseño ni de diagramación. Es la crítica de un docto en este campo, que padece en su empresa la deficiente formación profesional, que se traduce en pérdidas económicas, porque muchas veces ha tenido que reponer trabajos por errores imperdonables.

Reinaldo revisa con minuciosidad los textos y hace control de calidad en todo el proceso. En esa dispendiosa tarea lo acompaña César que, como su papá, es experto en cazar gazapos.

Reinaldo menciona sus máquinas con gran orgullo, así como un coleccionista de carros cuenta los detalles de sus lujosas máquinas,  el habla de su Minerva tipográfica Heinderberg, la Speed Master de 5 colores 2010, la GTO 52, la Litográfica de dos torres de medio pliego y la plegadora del 2011.

Reinaldo menciona sus máquinas con gran orgullo, así como un coleccionista de carros cuenta los detalles de sus lujosas máquinas, el habla de su Minerva tipográfica Heinderberg, la Speed Master de 5 colores 2010, la GTO 52, la Litográfica de dos torres de medio pliego y la plegadora del 2011.

Confiesa que fue duro cambiar en 1980 de la tipografía a la litografía, pero la experiencia resultó exitosa. En 1987 Editorial López adquirió por $5’500.000 el primer computador Apple que salió al mercado. Por aquella época se pensaba que la tipografía quedaría enterrada, no ha sido así y Editorial López la mantiene para determinados trabajos. Tampoco ha desaparecido la litografía que le presta un gran servicio. Cuenta esta empresa con impresión digital para cortos tirajes, a todo color, con secado y acabados inmediatos.

Estos cambios han obligado a esta sociedad a estar al día en la técnica. “No hice plata, porque este trabajo es muy duro, no soy millonario sino milenario, lleno de años, pero con buena experiencia, hemos generado empleo y construimos un hogar digno”, afirma Reinaldo a manera de balance de los primeros 50 años de esta tradicional empresa, que ya les legó a sus seis hijos y desea que sigan en la misma línea.

Le alegra encontrarse con muchas personas que fueron sus operarios y que hoy son propietarios de talleres tipográficos, como también con los que están jubilados. Se duele de quienes han fallecido. Precisamente celebró los 50 años de la empresa el pasado 24 de abril, con cuatro hijos de empleados que murieron estando trabajando en la Editorial.

Reinaldo no ha dejado el barrote, no la ha “pedido”, a su cargo están la producción y el manejo económico.

Reinaldo no ha dejado el barrote, no la ha “pedido”, a su cargo están la producción y el manejo económico.

Al Parque Industrial
Con la ampliación de las vías en el sector histórico para el nuevo sistema de transporte público, en la carrera octava, vía principal hacia el norte, no se permitirá el parqueo. En consecuencia, el proceso editorial saldrá de su sede tradicional, al Parque Industrial, en el norte de Popayán, en donde esta SAS adquirió un lote de 800 metros cuadrados. La ejecución del proyecto les corresponderá a sus hijos, pero él se reserva la dirección de la obra, porque como nieto de albañil, siempre le ha gustado la construcción.

En su sede actual, que ha sido por 42 años, quedarán la atención al público y el servicio de impresión digital.
Desde hace 35 años, cuando el trabajo aumenta, Editorial López ocupa la mano de obra de las internas del centro de reclusión La Magdalena, que le prestan un gran servicio, y al mismo tiempo hace una labor social. Ellas se encargan de los acabados, arman cajas para publicaciones, productos comerciales y para otros usos. Destaca su buena disposición para este oficio. Algunas de las que han recuperado su libertad, son contratadas por la empresa, que da fe de la calidad de personas resocializadas.

Pero Reinaldo López no solo creó su empresa, sino que ha sido impulsor de varias iniciativas. Hace 43 años participó en la fundación de la cooperativa Cooimpresores de Occidente, en Cali, con 37 socios vallecaucanos y un solo patojo. Hoy está en ocho departamentos con bodegas de papel y les suministra a todos los tipógrafos materiales de artes gráficas a precios razonables. En este momento la cooperativa tiene 125 socios. También desplegó durante 24 años gran actividad en el Club de Leones, institución que presidió en dos ocasiones y le correspondió la construcción de la actual sede, así como el impulso al colegio Melvin Jones. Fue miembro de la Junta Permanente Pro Semana Santa, también durante 24 años. En la sede de Editorial López se fundó en 1988 Acopi, que permaneció dos años en esas instalaciones. En diferentes frentes, Reinaldo López Ramírez le ha servido y le sigue sirviendo a su Popayán del alma. Quizás el título de empresario no le halaga tanto, como el de patojo raizal.

 

artículo publicado en la edición impresa del 30 de abril de 2015.

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