Crónicas de dos tragedias anunciadas
Opinión por: Jairo Hernán Ortíz Ocampo (*)
Los desastres sociales no son naturales. Por lo tanto, ni la pobreza, ni la desigualdad, ni la marginalidad son naturales y mucho menos son producto del destino y/o de fuerzas divinas.
Cuanto más pobre es un país, sus gobiernos más naturalizan sus problemáticas sociales y económicas y más rápidamente se alejan de la premisa de que todas las causas de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión han sido generadas por malas decisiones y por la poca diligencia para solucionarlas.
Dos avalanchas producidas recientemente en el país son el reflejo de esa incapacidad política para actuar de manera pronta y oportuna y evitar, sobre todo, tragedias como la de Mocoa (Putumayo) en el año 2017 que dejó 312 muertos y 100 desaparecidos y la del municipio de Rosas (Cauca) ocurrida el 21 de abril de este año, que hasta el momento deja 33 muertos y más de 40 desaparecidos.
A finales de marzo de 2017, Mocoa fue afectada por el desbordamiento de los ríos Mocoa, Sangoyaco y Mulatos que pasan por la ciudad y que arrasaron varios barrios después de fuertes aguaceros. Según la gobernadora, Sorrel Aroca Rodriguez y el alcalde José Antonio Castro Meléndez, la causa de la tragedia obedeció a las fuertes lluvias que hizo que se desbordaran los ríos.
No señora gobernadora y señor alcalde, ustedes por tener la posición de garantes debieron actuar con diligencia para proteger la vida de las personas asentadas en las zonas de riesgo, debieron activar un plan de gestión de riesgo de desastres y/o un sistema de alertas tempranas, de igual modo debieron diseñar estrategias para la prevención y respuesta a emergencias, pero sobre todo evidenciar el grado de vulnerabilidad de la población asentadas en las laderas de los ríos con un Plan de Ordenamiento Territorial que habría podido corregir tal situación.
Putumayo cuenta con gobernador, alcaldes, concejales, diputados, defensor del pueblo, personeros, en fin, un gran aparato burocrático. Pero carece de Plan de Ordenamiento Territorial, de políticas públicas de prevención de desastres y de alertas tempranas. La causa de la tragedia no fue la intensidad de la lluvia, sino que no se hizo lo que debía hacerse, no se tomaron las medidas necesarias para evitar las muertes registradas, más aún cuando era previsible y había posibilidades altas de que se produjera un desastre como el que evidentemente ocurrió.
Para el caso de la avalancha presentada en el Municipio de Rosas, más concretamente en la vereda Portachuelo, a un kilómetro de la cabecera municipal, se evidencia la misma situación de la avalancha en Mocoa (Putumayo). El mismo gobierno reconoció que estamos frente a una crisis de ordenamiento territorial: 853 de los 1.100 municipios del país tienen desactualizados sus Planes de Ordenamiento Territorial (POT), entre esos municipios se encuentra Rosas. De igual modo, se debe agregar la ausencia de políticas de prevención y de alertas tempranas que han hecho que la avalancha tenga el resultado tan lamentable que conocemos.
Es innegable que desde hace mucho tiempo se habían detectado estas amenazas y advertido que podía pasar esa tragedia. ¿Furia de la naturaleza? No. Igual que en el caso de Mocoa, no se hizo lo que se tenía que hacer. No se actuó con diligencia.
Es por ello que se deben desnaturalizar las problemáticas sociales y buscar de manera efectiva y diligente sus soluciones, para evitar, de una vez por todas, que se sigan presentando tragedias, como la que hoy enluta al Departamento.
Docente Programa de Ciencia Política Universidad del Cauca jhernanortiz@hotmail.com
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