Ciudades grandes Vs ciudades pequeñas
Por Alberto Muñoz Olano
¿Vivir en una ciudad pequeña o en una grande urbe? Esta pregunta nos la hacemos con frecuencia quienes vivimos en provincia, en ciudades con menos de 400.000 habitantes y, por lo general, la mayoría preferiría una ciudad grande.
En nuestro país, la preferencia se la lleva Bogotá, seguida de Medellín y luego Cali. Por qué, si por lo general en la ciudad natal están la familia, los amigos, vecinos y conocidos de toda la vida, y se disfruta de una vida cómoda y tranquila. Por qué cambiar eso, si muchos de quienes habitan las metrópolis se quejan de la falta de tiempo, de los costos, de la inseguridad, los trancones, la contaminación, menos horas de sueño, etc.
Lo paradójico es que dan la misma respuesta, tanto los que desean vivir en la metrópoli como los de la provincia: calidad de vida. Por supuesto que son dos formas diferentes de entender qué es lo mejor y más conveniente. La ventaja de las ciudades grandes está en la variedad y la cantidad, mayores oportunidades de empleo, más opciones para desarrollarse profesionalmente, más lugares de esparcimiento, mayor intimidad – menos en los sistemas masivos de transporte público-, más barato viajar entre metrópolis por avión, se puede interactuar con más gente, etc. Pero también tienen grandes dificultades, porque aumenta el ritmo de vida, el tiempo se hace más corto y se vuelve más valioso debido a las grandes distancias y embotellamientos, parte del paisaje natural de la ciudad es el trancón, tanto, que para la mayoría almorzar en la casa es un mito y ver crecer a los hijos se vuelve una actividad nocturna y de fin de semana. En el trabajo, en promedio, dependiendo de la profesión, actividad, experiencia, estudios de posgrado, palanca y algo de suerte, una persona puede ganar el doble, el triple y hasta el cuádruple que en la provincia. Eso es bueno, pero, qué tanto, si los precios de la finca raíz son mucho más elevados, en Bogotá son el cuádruple. Existen más lugares de esparcimiento, pero cuesta más recibir estos servicios y en la mayoría de los casos no se dispone del tiempo para disfrutarlos.
Diferente es en las ciudades pequeñas, en donde la gente se conoce, las distancias son cortas, hay más tiempo para realizar actividades lúdicas, se aprende de las cosas sencillas, se disfruta más a la familia, los amigos se reúnen con mayor frecuencia, se puede practicar deporte, ir al gimnasio, tener clases de pintura, estudiar, etc., sin tener que renunciar a las invaluables horas de sueño, diferentes diligencias se hacen en la mañana o en la tarde, no una sola vuelta en todo un día. Se gana menos, pero se vive mejor, porque la vivienda, la comida, los colegios y los servicios en general, son más económicos, hay mayor seguridad y la vida es más relajada.
Esas son algunas de las ventajas. Pero, ¿cuáles son las desventajas? Sin lugar a dudas, la falta de oportunidades de trabajo, salarios bajos y, a diferencia de las ciudades grandes, normalmente no hay cómo crecer laboralmente. Si se quiere tener grandes ingresos, la alternativa es hacer inversiones importantes y riesgosas en mercados pequeños. En muchos aspectos no hay variedad ni cantidad, como en el campo del esparcimiento y llega la monotonía.
Difícil decisión. Sin embargo, las ciudades grandes, medianas y pequeñas, deben articular el desarrollo urbano, económico y social a las crecientes necesidades de su población para que pueda tener una buena calidad de vida.
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