A propósito del incendio en “Triunfemos por la Paz”

Por en diciembre 19, 2015

El voraz incendio ocurrido el pasado 10 de diciembre en el asentamiento “Triunfemos por la Paz”, produjo pesar entre la comunidad payanesa que se solidarizó con los residentes que perdieron sus improvisados ranchos y enseres. Casi 200 viviendas quedaron convertidas en un puñado de cenizas humeantes. Por fortuna no hubo víctimas fatales.

En su auxilio acudieron en primera instancia la Policía y el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Popayán, que se enfrentaron a las enormes columnas de fuego que se hicieron visibles en toda la ciudad.

Estos héroes que lo dejan todo al primer llamado de sus sirenas, arriesgan su vida para poner a salvo la de personas que se enfrentan a infortunios, como fue el caso de la comunidad de Triunfemos por la Paz. Entendemos que padecieron horas de angustia y desesperación, al verse en medio de las llamas y el horror. Sin embargo, no podemos pasar por alto la actitud violenta de unos cuantos habitantes de ese asentamiento, denominado, paradójicamente, Triunfemos por la Paz, que agredieron de manera física y verbal a quienes, precisamente, llegaron raudos, con el único propósito de dominar las llamas y proteger a todas las personas. Entonces, es inadmisible esa actitud desconsiderada y brutal.

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Con el incendio quedaron al descubierto graves problemas sociales que el nuevo gobierno municipal y demás autoridades deben atender y solucionar a la mayor brevedad. En primer lugar, es urgente saber a ciencia cierta cuáles y cuántos son los asentamientos en Popayán, que por lo general se forman en sitios de alto riesgo, en donde levantan en pocas horas sus ranchos con materiales altamente inflamables y obtienen la energía de manera fraudulenta, haciendo conexiones hechizas que a la postre provocan cortos circuitos, como acaba de suceder.

También se hizo palpable que en ese sitio algunas personas, en especial jóvenes, venden y consumen sustancias psicotrópicas, razón por la cual impiden el ingreso de la policía a tales lugares.

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La solución para estas personas no consiste únicamente en reaccionar luego de una tragedia y proporcionarles mercados y enseres. Con momentáneos paños de agua tibia no se soluciona nada, por lo contrario, se agudiza el problema social que en Popayán es una bomba de tiempo, pero que la sociedad en su conjunto no lo ve así y hay que visibilizarlo. Se hace necesario establecer políticas públicas que permitan la inclusión social, campañas contra la drogadicción, capacitación para que las personas, hombres y mujeres, puedan acceder a un trabajo digno, a programas de vivienda, de salud, recreación y cultura.

A propósito de vivienda, el gobierno nacional construyó el conjunto residencial gratuito El Ortigal, con 1.644 viviendas. Cabe preguntar, ¿en dónde quedaron libres las áreas de invasión que esas familias ocupaban? ¿Dejaron en su lugar a otras personas? ¿Qué negocio harían? Es prudente y sano despejar esas dudas. El Gobierno Fuentes deja en ejecución 120 viviendas en el ‘Portal de

Las Ferias’ – II etapa, con una inversión de $ 5.400 millones.

Sabemos que a Popayán llegan todos los días personas en situación de desplazamiento, proceso que se ha venido dando desde hace muchos años, incluso después del terremoto de 1983, pero no queremos ver esa situación de manera objetiva.

Para conocer esa realidad y transformarla, hay que empezar por poner orden, establecer normas y exigir su cumplimiento. Quienes han llegado a Popayán y continúan llegando, están en la obligación de acoplarse a su cultura, no al contrario como viene sucediendo, eso no admite largos “procesos de concertación”. La formación de ciudadanía es un imperativo.

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