¿Construir un nuevo asilo en Popayán?
Por Aura Isabel Olano
‘No tiene el pato agua para beber, mucho menos para nadar’.
Nos viene a la cabeza este refrán popular a propósito del anuncio que hizo en el Concejo, la secretaria de Salud de Popayán, Iris Santiago, según el cual el alcalde adelanta gestiones para construir un nuevo asilo en la ciudad, propósito que confirmó el burgomaestre en reunión el 7 de marzo con las directivas de la Fundación Hogar San Vicente de Paúl.
Razón tienen sensatos concejales, que de inmediato le dijeron a la funcionaria en el debate de control político a la estampilla pro Adulto Mayor, que primero se mantengan los existentes, antes que construir otro asilo.
Si la Administración Municipal no ha podido o no ha querido cumplir de manera oportuna con los aportes para atender a los ancianos más vulnerables, que son responsabilidad del Estado, según la Constitución Política de Colombia y las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, mucho menos podrá construir, dotar, mantener y administrar un hogar para esta población que requiere de especiales cuidados.
Lo lógico y razonable es que el Municipio contrate esta atención con los asilos existentes en Popayán, a los que les sobra dedicación y les falta plata, porque en el caso de la Fundación Hogar San Vicente de Paúl, que nació en 1941, además de que la Administración Municipal no honró el compromiso pactado de aportar un salario mínimo mensual por adulto, le viene transfiriendo en promedio desde marzo de 2014, la suma de $128.000 a raíz de que fueron exoneradas algunas empresas del Municipio, del pago de la estampilla pro Adulto Mayor. Con esa pequeñísima suma es imposible atender todas las necesidades de estas personas, pues es en la vejez cuando más recursos se necesitan para tener una vida digna.
Pero, si por lo menos ese auxilio lo girara la Administración Municipal de Popayán de manera cumplida, y no cada tres meses, por lo menos las religiosas que dirigen este Hogar, podrían sortear con más facilidad, sin tanto apremio y angustia las obligaciones más urgentes, no solo de manutención de los ancianos, sino las administrativas y financieras, que les impide, como es lógico, funcionar en debida forma. Que puedan pagar en el tiempo estipulado los servicios públicos, sin la amenaza de corte, que se les ha convertido en la espada de Damocles. Hacer el normal mantenimiento locativo, reparación y reposición de muebles, como las sillas de ruedas, etc.
El Hogar San Vicente de Paúl, tiene una deuda de $158 millones que se fue acumulando por las demoras en las transferencias. En este momento sus directivas no están pidiendo nada estrafalario, que obligue a la Administración del Alcalde César Cristian Gómez a pensar en construir otro asilo. Simplemente solicitan que el Municipio transfiera el dinero que adeuda por concepto de la Estampilla Pro Adulto Mayor y lo gire mensualmente.
Los ancianos vulnerables, repetimos, son responsabilidad del Estado, en este caso del Municipio de Popayán. Aquí no debe haber discriminación, señora secretaria de Salud, no importa en dónde hayan nacido, si son o no oriundos de Popayán, como tampoco hay esta absurda ‘exigencia’ con los funcionarios de la Administración Municipal.
Los adultos mayores merecen respeto y trato especial. Fue muy triste observar el pasado 1 de marzo la indiferencia y prepotencia de la secretaria de Salud, enfermera de profesión, con los ancianos del Hogar San Vicente de Paúl, a su arribo a la Alcaldía, en donde encontraron las puertas cerradas, como si esas venerables personas, que estaban muy acicaladas, uniformadas con impecables sudaderas, fueran un peligro para la sociedad, o capaces de provocar desmanes.
La advertencia de entregar a los ancianos a la Alcaldía por incapacidad de mantenerlos, fue una acción desesperada. Entonces, cómo es posible que la arrogante enfermera, hoy con cierto poder, el que mañana no tendrá, les haya hecho semejante desplante a los adultos mayores y a las directivas del Hogar. Casi dos horas después resolvió recibir a la hermana Florinda y a los miembros de la junta.
Las declaraciones de la secretaria de Salud, Iris Santiago, fueron altisonantes e injuriosas contra la religiosa, que no ha hecho cosa distinta a mantener abierto el asilo, pese a las dificultades, en buena parte ocasionadas por la Administración Municipal, la actual y la anterior. Amenazó a la religiosa de todas las formas, incluso con la Fiscalía, porque supuestamente estaba “facturando más viejitos”.
A esta profesional de la salud, al parecer le quedó grande enfrentarse a un pobre asilo. Cosa distinta hubiera sido, en ausencia ese día del alcalde Gómez Castro, haber salido a recibir a los habitantes del Hogar San Vicente y tenerles una respuesta que condujera a superar la dificultad presentada. Entonces se hubiera podido decir que en Popayán se “Vive el Cambio”.
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