El nuevo populismo en los Estados desunidos
El sistema democrático de manera permanente es puesto a prueba. De forma coloquial decimos con amigos: “decidamos, estamos en un estado democrático”. Esto con el fin de tomar alguna determinación que en principio convendría a todos, si pasamos de lo simple de una decisión grupal a un escenario mayor, como las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que por cosas de la democracia es hoy un estado “desunido”, no cabe duda de que el sistema no es perfecto y funciona para bien o para mal.
Pie de Foto: Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos.
Siguiendo con la elección como presidente de Estados Unidos, el Sr. Donald Trump es el reflejo de una sociedad estadounidense polarizada. La red social Facebook, por ejemplo, hace notar cómo las afinidades hacia un partido (Republicano) puede generar discordias entre quienes se aceptaron como amigos y debido al resultado de las elecciones no lo son más. Los Demócratas parecen ser los más críticos al tener que aceptar una derrota por la vía democrática (colegios electorales no voto popular) que para los ojos del mundo ha sido muy sorpresiva.
¿A qué se debe la aparición en los Estados Unidos de este antipolítico? ¿Es acaso un populismo de derecha liderado por la clase alta? Si vamos al pasado, ha existido populismo en Estados Unidos. En los inicios de la década del 90 del siglo XX, Ross Perot apareció en escena con un tono populista, y mucho más atrás, a finales del siglo XIX, el republicano Abraham Lincoln congregó un Estado de Unión bajo matices muy populistas. Donald Trump, el nuevo presidente electo de Estados Unidos aparece como un actor principal para redimir un populismo nacionalista, que surge de unos partidos políticos muy resquebrajados debido a una especie de “frente nacional” en el cual los partidos republicano y demócrata se han venido turnando el poder. Trump en sí mismo representa esa tercera vía, ese hombre que encarna la desconexión de lo político y el Estado, quizás sea un hombre que encarne (L’Etat, c’est moi) “el estado soy yo”, parafraseando a Luis XIV.
El absolutismo de Trump está reflejado también en la mayoría de senadores republicanos en el Congreso, esa pirámide construida de abajo hacia arriba por las clases baja y media puede desaparecer (un país de oportunidades), y a cambio una imposición de una clase alta tomará las riendas de un país con serios problemas fiscales, la brecha en la distribución del ingreso entre clases será más grande lo que conllevará a una mayor inequidad social. No cabe duda que el país más poderoso del mundo se enfrenta a su mayor reto, su némesis el capitalismo vs capitalismo salvaje, lo que puede convertirse en su autodestrucción.
Por supuesto quienes no lograron ver a su candidato electo presidente se lavarán las manos, pero esto no indica que dejen de ser víctimas de un sistema democrático imperfecto y de unos partidos políticos faltos de innovación e ideas. Sin duda alguna los Estado Unidos estarán bajo la lupa de los ciudadanos del mundo y esperemos por el bien de todos que pase lo mejor.
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