Toma de decisiones y tecnología
Por Andrés Illera
Nuestra sociedad se encuentra sumida en procesos de adaptación constantes, el desarrollo tecnológico de las tres últimas décadas son un claro ejemplo de ello, y nos ha llevado como sociedad, a estar más adaptados a estos adelantos, aunque por otro lado nos ha desconectado de un mundo real plagado de incertidumbre, siendo, quizás, la más predominante el cambio climático del planeta.
¿Qué tan importante es conciliar estos dos hechos que afectan directa o indirectamente nuestras vidas?
Podríamos decir que nuestra mente y la forma en que observa y analiza estas nuevas etapas de vida, permiten diferenciar dos tipos de ciudadanos: aquellos que (basados en Daniel Kahneman, premio nobel de economía y en su brillante libro “thinking, fast and slow”), piensan rápido y toman decisiones sin un profundo análisis y quizás impactando de forma negativa su entorno y el de otros ciudadanos, y aquellos que piensan detenidamente, tomando el tiempo necesario para adoptar decisiones, con ventaja sobre los otros, porque les permite enfrentar situaciones con mayor enfoque, dada su capacidad de análisis.
Aunque lo anterior no significa que no existan individuos que piensan rápido y lento al mismo tiempo, que los lleva a tomar decisiones de forma instintiva y con buen enfoque, la mejor elección hoy en día debe estar ligada al buen uso de la tecnología, que es considerada un aliado positivo para enfrentar los retos climáticos en todos los sectores de la economía, y el impacto ambiental de nuestras decisiones que puede llegar a alterar nuestro entorno.
Observemos este ejemplo vivido en la ciudad de Popayán: el alcalde modificó la restricción vehicular meses atrás y el impacto mediático pareció ser positivo con aprobación de ciudadanos beneficiados por la medida, del otro lado los niveles de contaminación en la atmósfera subieron, impactando de forma negativa nuestro entorno. Como resultado, este ejercicio no fue nada benéfico para el actual alcalde y los ciudadanos de Popayán, a cambio, la medida debió ser reversada.
Podríamos decir que quien tomó la decisión fue un ciudadano que pensó rápido y no analizó en profundidad los impactos negativos de esa medida, dejando de usar la tecnología para tomar mediciones de contaminación en las calles de la ciudad, lo cual hubiese sido ideal para determinar si se justificaba un cambio.
Vivimos en un mundo interconectado y es vital que usemos nuestra mente pasando por los dos procesos, ya que tomar decisiones equivocadas puede cambiar el rumbo de nuestras vidas.
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