Ejercicio en el adulto reduce riesgo de mortalidad
Los beneficios del ejercicio físico en el envejecimiento y, específicamente, en la fragilidad han sido objeto de reciente investigación científica. En el adulto, la práctica de actividad física regular se asocia a una disminución del riesgo de mortalidad, enfermedades crónicas, institucionalización, deterioro cognitivo y funcional.
La práctica de ejercicio físico es la intervención más eficaz para retrasar la discapacidad y los eventos adversos que asocia habitualmente el síndrome de la fragilidad. De manera más concreta, el tipo de ejercicio físico más beneficioso en el adulto es el denominado “entrenamiento multicomponente o funcional”.
Este tipo de programas combina entrenamiento de fuerza, resistencia, equilibrio y marcha, y es con el que más mejorías se han demostrado en la capacidad funcional, que es un elemento fundamental para el mantenimiento de la independencia en las actividades de la vida diaria. Los objetivos deberían centrarse, por tanto, en mejorar dicha capacidad funcional a través de mejorías en el equilibrio, la marcha, la fuerza, la flexibilidad, la coordinación y la memoria, así como mediante la disminución del riesgo y del número de lesiones.
Para la obtención de estos objetivos, el diseño de un programa de ejercicio físico en el adulto debe acompañarse necesariamente de recomendaciones sobre variables, tales como la intensidad, la potencia, el volumen y la frecuencia de entrenamiento ideales para cada individuo.
Debe realizar variedad de entrenamientos como: Funcional, en circuitos, yoga, pilates, spinning, musculación y baile.
Víctor H. Ruiz P.
Entrenador personal
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