Centro de Convenciones para Popayán

Por en febrero 19, 2025
Ana Cecilia Campo

Por Ana Cecilia Campo López

Socióloga. Especialista en Gerencia de Proyectos

El palo en la rueda para obstaculizar inversiones urbanas productivas para Popayán, se utiliza por cualquiera de los extremos populistas en que navegamos los ciudadanos, y se sacrifican la técnica y el conocimiento para escoger la mejor opción de interés general, y no solamente de interés gremial o particular.

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Esta apreciación vale para iniciar el diagnóstico de cualquiera de los desafíos urbanos que están por resolverse en la ciudad, como, por ejemplo, el caso del abandono de la Galería del Barrio Bolívar, el lote del que fue el Centro Comercial Anarkos, el abandono del Morro Tulcán/Belalcázar, la actualización del PEMP (Plan Especial de Manejo y Protección del Sector Histórico), y el inconcluso Centro de Convenciones; cinco casos por el momento, pero de seguro muchos más.

Actualmente no se ve planeación y gestión de recursos, para poner orden a la avalancha de ventas ambulantes, ventas de comida en cocinas móviles con pipetas de gas en las esquinas del centro histórico de la ciudad, ferias de toda índole en el único recinto que se concibe hoy en Popayán, como es el Parque Caldas, porque no hay más.

Duele esta decadencia, porque es muy seria, ya que la ciudad blanca y educada, hace tiempos dejo de ser pionera en la promoción de la meritocracia; hoy prima el todo vale, mi ley y mi privilegio personal o gremial y los líderes públicos y del sector privado escasean, al igual que no existe una gestión pública del largo plazo para el Municipio de Popayán.

Finalizando este cuarto de siglo, para el año 2025, todo pinta lo mismo, desde el punto de vista del mejoramiento urbano y se anuncia como gran logro, el regreso del Congreso Gastronómico en el Parque Caldas de Popayán, con invitados internacionales y de más. Esta rutina de tendida de carpas para el Gastronómico, al igual que para la infinidad de ferias de toda índole en dicho parque, debe cesar, pues de atender los desafíos urbanos de la ciudad, entre ellos terminar el Centro de Convenciones, vendría mucho bienestar económico y equidad para Popayán.

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Este Centro se inició en la Gobernación del político liberal Juan José Chaux, 2004-2007, y para su ejecución existió una alianza entre  Gobierno nacional,  Gobernación del Cauca,  Universidad del Cauca y Comfacauca; se contó con el aporte de  experto uruguayo en Centros de Convenciones, y se planeó arquitectónicamente en la vasta extensión de los terrenos de la Gobernación del Cauca, entre la esquina de la  Calle 4 con Carrera 11, hasta el parque de la Carrera 11 con Calle 2,  toda esta área contigua a  la Carrera 11 conocida como  la “Calle de la Alegría”.

Fontur, adscrito al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, financiaba el proyecto, se dio inicio a las obras y se continuaron en la administración del siguiente gobernador del Cauca, el político liberal, Guillermo Alberto González (2008-2010), quien fuera el fundador del Congreso Nacional Gastronómico de Popayán en 2003, siendo pionero en este tema a nivel nacional.

Por razones peregrinas, y que no logré precisar para el escrito que me ocupa, la ejecución del proyecto se paró en esa administración, y toda la información obtenida por “tradición oral”, se refiere a los “hallazgos arqueológicos” encontrados en las excavaciones de la obra, que al no contar con todos los permisos del Icanh-Colombia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, supuso la suspensión de la misma; de tal afirmación no encontré prueba escrita alguna, solo informaciones de las fuentes, que para algunos de los contactados, sencillamente fueron palos en la rueda para la feliz ejecución de un proyecto de envergadura que creaba espacios para la promoción de las ciencias humanas y exactas, para la cultura y para las actividades artesanales, comerciales, industriales y  para realizar diversidad de eventos nacionales e internacionales, en favor de toda la ciudad. Al parecer hubo “puristas” en el tema urbano, y hubo grandes dificultades para armonizar la belleza arquitectónica del sector antiguo, con una propuesta vanguardista y moderna, también bella, que resultó muy audaz para algunos sectores de la ciudad. ¡Palos en la rueda!

La obra parcial que hoy conocemos como Centro de Convenciones, la terminó la administración del político liberal Temístocles Ortega (2011-2014), con financiamiento de Fontur, y puede decirse que la versión original venía tergiversada por la variedad de intereses y la histórica lucha por el reconocimiento de todos los involucrados en esta gestión de beneficio para Popayán y el Cauca.  Los terrenos sobrantes, que equivalen a más de las 2/3 partes proyectadas, están disponibles para el talento y el compromiso que pueda tomar hoy la gente comprometida con toda la ciudad.

Es inaudito que las posibilidades existan ante nuestros ojos, las áreas están disponibles y son de propiedad de la Gobernación del Cauca, el proyecto está y se encuentra engavetado, la ciudad esté llena de universidades, las necesidades apremian y, lamentablemente, la inacción nos gobierna, pero no solamente la gubernamental, sino la de la sociedad civil, que debería ser más efectiva. No se evidencian inversiones empresariales, como tampoco hay compromiso real con el bien común y la ciudad y sus gentes. ¿Por qué?

En mi humilde entender por la decadencia de un valor de la cultura democrática esencial, referido al “bien común”, desplazado por el bien particular, individual y/o gremial-comunitario. Los grupos de interés se atrincheran bajo un  líder, imponen sus puntos de vista y la colectividad queda al margen de los “nobles propósitos” de quienes usufructúan lo público; visiones parciales dirigen el corto plazo de la ciudad, no disponen de prospectiva estratégica y operativa en favor de todos, no analizan impactos positivos y/o negativos de sus ejecutorias, y a quienes tienen la osadía de atreverse a disentir los califican de “pro-colonialistas” por querer valorar el patrimonio cultural del sector antiguo de la ciudad; también los disidentes son etiquetados de “mentes obtusas” y privilegiados que no acogen los cacareados desarrollos que se promueven pobremente, año tras año, en el parque Caldas.

A esta animadversión a todo lo pasado en la historia de la ciudad, hay que oponer el trabajo profesional idóneo, con pensamiento de largo plazo, ejecutorias honestas, contando con servidores públicos, con gran solvencia intelectual y que sepan que la política debe velar por el interés general, están facultados para utilizar los instrumentos jurídicos para que el bien común prevalezca. Los gestores de las actuales ferias y eventos, tienen grandes responsabilidades y podrían abocarse a realizar la prospectiva de sus eventos, apoyados en juiciosos análisis técnicos e innovaciones de calidad, captando inversiones privadas y públicas, que dejen mejoras en infraestructura sostenible para Popayán. Hay mucho por hacer, pero se requiere trabajo profesional de calidad, como también concertación y búsqueda del bien común.

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