¿Traslado de la galería del Barrio Bolívar a la plaza Carlos Albán?
Por Aura Isabel Olano Correa
A comienzos de octubre, en desarrollo de una sesión de la Comisión Séptima del Senado de la República, efectuada en Santander de Quilichao, el alcalde de Popayán, Juan Carlos Muñoz Bravo, dijo, entre otras cosas: “Nosotros estamos buscando presentar un proyecto Macro de la galería del barrio Bolívar, que es el epicentro de la economía de los campesinos; hoy queremos presentar un proyecto de cerca de 56.000 millones de pesos para trasladar la galería del barrio Bolívar de donde se encuentra al parque Albán y hacer una galería de tres pisos donde le podemos dar un lugar idóneo a los que allí comercializan sus productos, pero sobre todo a la gastronomía que es premio Unesco de nuestra ciudad”.
No sé alcalde, si usted sepa que esa discusión ya se dio con argumentos legales. Le comento, que en febrero de 2017 a la entonces Administración municipal de “El Cambio”, que tampoco cambió nada, se le ocurrió la idea de trasladar de manera provisional la galería del barrio Bolívar a la plaza Carlos Albán, mientras la arreglaba, lo que tampoco fue.
Ante semejante iniciativa, el periódico La campana le recordó que, por tratarse de un bien de uso público (la plaza Carlos Albán), su destinación solo se podría cambiar con autorización del Concejo de Popayán, y que darle tal utilización sería incurrir en un acto ilegal. Hasta donde sé, de la nueva ‘iniciativa’ Muñoz Bravo, los concejales no tienen ni idea.
Al mencionado gobierno de César Cristian Gómez Castro (2016 – 2019), este portal le recordó la sentencia T-575/11 de la Corte Constitucional, que dice: “Los bienes de uso público propiamente dichos están sometidos a un régimen jurídico especial y son aquellos bienes destinados al uso, goce y disfrute de la colectividad y, por lo tanto, están al servicio de esta en forma permanente, con las limitaciones que establece el ordenamiento jurídico y la autoridad competente que regula su utilización. Ejemplos de este tipo de bienes son las calles, las plazas, los parques, los puentes, los caminos, etc., y frente a ellos el Estado cumple simplemente una función de protección, administración, mantenimiento y apoyo financiero. Así mismo, los bienes de uso público figuran en la Constitución como aquellos bienes que reciben un tratamiento especial, ya que son considerados como inalienables, inembargables e imprescriptibles. Los bienes de uso público son inalienables, es decir, no se pueden negociar por hallarse fuera del comercio en consideración a la utilidad que prestan en beneficio común, por lo que, no puede celebrarse sobre ellos acto jurídico alguno. Esta característica tiene dos consecuencias principales: la de ser inajenables e imprescriptibles. La inajenabilidad significa que no se puede transferir el dominio de los bienes públicos a persona alguna; y la imprescriptibilidad, es entendida como el fenómeno en virtud del cual no se puede adquirir el dominio de los bienes de uso público por el transcurrir del tiempo, en el sentido que deben primar el interés colectivo y social. Así, su finalidad es la conservación del dominio público en su integridad, toda vez que es contrario a la lógica, que bienes destinados al uso público de los habitantes puedan ser asiento de derechos privados. Desde el punto de vista jurídico los bienes de uso público de la Nación no pueden ser ocupados por los particulares a menos que cuenten con una licencia o permiso de ocupación temporal”, indica la Corte.
Además, se violaría la ley 9 de 1989, en cuanto a la definición de espacio público, concepto aplicable a la plaza Carlos Albán, nombre dado en homenaje a la memoria de este importante científico payanés, quien fuera matemático, inventor, militar, médico y cirujano, periodista, abogado e ingeniero civil, por lo que es lamentable que esté hoy convertida en plaza de mercado, que sea la extensión de la galería del Barrio Bolívar, de la cual también han salido los canastos y costales con frutas, verduras y demás productos, a las calles del centro histórico de Popayán, sin que las administraciones de esta villa hayan podido establecer el orden, organizar esos mercados, mejorar su infraestructura, combatir los vicios y otros graves problemas que existen al interior de esa galería, en la que abundan habitantes de calle, de la cual unos avivatos se vienen lucrando desde hace muchísimos años de este bien municipal. Nadie le ha puesto o no le ha querido poner el cascabel al gato.
Es increíble que un espacio público, como es la plaza bicentenario Carlos Albán, con el que se pretendió mejorar el sector, con el proyecto de renovación urbana del Barrio Bolívar, para el disfrute de la ciudadanía, obra en la que se hizo una importante inversión, hoy esté convertida en otra caótica plaza de mercado, en un lugar de cargue y descargue de productos, en parqueadero de carretillas, buses escalera y motos. Alcalde, el “señor de la estatua pedestre”, no representa un “muñeco”, corresponde al científico payanés, Carlos Albán, en cuya memoria se erigió y debe ser ese un sitio respetado, máxime por la primera autoridad del municipio que, al parecer, desconoce las ejecutorias de tan importante personaje.
Además, la plaza Carlos Albán no es un lugar técnicamente posible de usar para el pretendido traslado, debido al alto tonelaje que transportan en la galería, por falta de vías, de zonas de cargue y descargue de productos que obstaculizan la circulación por ese sector.
Así mismo, el sistema de transporte público no puede seguir siendo obstruido por los comerciantes que esparcen sus mercancías sobre las vías, incluso con sus camiones. Han pasado varias administraciones locales, completamente neófitas en cuanto a urbanismo se refiere. Los estudios que deben existir en anaqueles polvorientos de la Alcaldía sobre el barrio Bolívar, plantean la renovación urbana integral del sector, incluida la galería, que se convirtió en central mayorista, cuando no lo debe ser, por lo tanto, es preciso que esa actividad salga del centro de la ciudad, como está contemplado, puesto que esa plaza de mercado no fue concebida como centro de acopio. Incluso se anuló la Avenida de Los Estudiantes que podría desembotellar ese sector, tomada desde hace años por los vendedores que, a su vez, fueron desplazados del interior de la galería para dar paso a las cocinas, misceláneas, abarrotes, entre otros negocios, que también es preciso organizar.
No hay que trasladar un problema para crear otro, existen estudios, es deber de la administración revisarlos, actualizarlos y elaborar un proyecto de verdadera renovación urbana que, desde luego, contemple una galería moderna, ordenada, aseada, que atraiga el turismo, en la que sean dignificados el vendedor, el campesino, que no pueden seguir al sol y al agua, con los productos perecederos sobre costales mugrosos en el suelo. Tampoco el comprador tiene que continuar saltando de charco en charco y esquivando el barro cuando llueve, y en medio del polvo en el verano. La falta de higiene es total, de ahí que hayan surgido las llamadas placitas campesinas, que les han quitado clientela a las galerías que son del municipio y de las cuales deriva impuestos y arriendos.
No es pensar en una galería de tres pisos, como también lo propuso Felipe Fabián Orozco Vivas (QEPD), cuando asumió la Alcaldía, sino una galería que obedezca a las nuevas necesidades, con orden, higiene y tecnología. ¿Cuántas administraciones han pasado sin que se materialice la renovación del barrio Bolívar? Lo poco que se ha hecho, como la plaza Carlos Albán, se está destruyendo. Alcalde, si tiene que pisar callos, hágalo.
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