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El debate alrededor del uso comercial del parque Caldas es de larga data

Por Redacción en agosto 21, 2024

Veer Popayán viene pidiendo hace más de 12 años, un reglamento de usos permitidos y prohibidos en el parque Francisco José de Caldas.

Por María Teresa Amaya

La punta del iceberg es la venta de comida en el Congreso Gastronómico. Pero va mucho más allá. Si acatamos que vivimos en una democracia, los derechos de uno son los derechos de todos.

Por lo tanto, todos podremos poner nuestras carpas de ventas de comidas y demás mercancías en el parque Francisco José de Caldas y volveremos a la plaza de antaño, a la época colonial.

Para algunos es progreso convertir ‘la sala de la casa’ en cocina, pudiendo adecuar cocinas preciosas en muchos sitios aptos para ello.

La Veeduría Ciudadana del Patrimonio Arquitectónico y Natural de Popayán (Veer Popayán), viene pidiendo sin éxito desde hace más de doce años un reglamento de usos permitidos y prohibidos en el parque de Caldas, construido participativamente, el cual recoja, no solo las aspiraciones del comercio, sino las de todos los estamentos sociales interesados.

Creo que es, precisamente, la discusión crítica, sin ofensas, agravios, ni personalismos, lo que nos hace falta en la ciudad para mejorar en cultura y convivencia.

Es cierto que cuando dos derechos fundamentales entran en contradicción, se deben buscar formas de armonización, y el espacio público es uno de ellos. Pero es, justamente, la concertación en función de los diferentes intereses lo que no logró hacer la Alcaldía. El problema tiene dimensiones jurídicas, económicas, sociales, culturales y ambientales. Somos poco capaces en Popayán de abordar participativamente temas complejos. No invitamos a tiempo a todos los que deben opinar, desconocemos la norma o la diferencia. Atropellamos los derechos de unos y otros, y luego toca perder recursos o deshacer lo hecho. Muchos y tristes ejemplos recientes tenemos con la galería del barrio Bolívar, las casetas de la entrada del puente del Humilladero, las mesas sobre la carrera cuarta, etc.

Sobre el exagerado uso comercial del parque había quejas, no solo de la Veeduría, sino de muchos ciudadanos, incluso de vendedores de artesanías que estando con sus emprendimientos en el parque, manifestaban necesitar ámbitos mejores. La Procuraduría ya había hecho un requerimiento al respecto.

***Congreso Gastronómico en el parque Francisco José de Caldas de Popayán.***

Para mí, está claro el uso social y la presencia de los micronegocios de emboladores, fotógrafos, y otros tradicionales también.

Hace años que, a la Corporación Gastronómica, no solo Veer Popayán, sino muchos actores más, le han venido explicando los inconvenientes de realizar allí las ventas del Congreso.

En enero pasado, el alcalde de Popayán, Juan Carlos Muñoz Bravo, prohibió las ventas en el parque, en mayo la Junta de Patrimonio ratificó la medida. Pero la Corporación Gastronómica decidió imponerse, a pesar de que ya había aceptado adecuar el centro de convenciones Casa de la Moneda para el Congreso de este año 2024.

Pero no, se prefirió con palancas torcer la voluntad del alcalde y poner en la picota pública una Veeduría ciudadana que actuó conforme a la ley, y apelaron a los típicos argumentos del resentimiento social, el victimismo y el discurso de odio que tanto daño le hacen a nuestra sociedad. Con el precedente de esta actuación no se construye tejido social.

La Veeduría es consciente de la pobreza que impera en la ciudad y que el Congreso Gastronómica es una oportunidad para mejorar la economía, pero el sitio no es el parque de Caldas para instalar cocinas y comedores. La Corporación tuvo el tiempo suficiente para adaptar ese otro recinto. La medida no es contra el Congreso, es contra el uso comercial desbordado del parque y su entorno.

Y si se hace la excepción con el Congreso, en democracia se hace con todos. El Parque deja entonces de cumplir su función social y cultural (encuentro ciudadano, tertulia, protesta, contemplación de su belleza, música, arte, fotografía, desfiles, procesiones, teatro, fortalecimiento del tejido social, de las amistades, con micro negocios tradicionales, escenario de turismo histórico – cultural de 365 días, en fin, las otras dimensiones de la vida, más allá de la economía para pasar a convertirse en plaza de ferias.

Y no tenemos nada contra las ferias, son dinamizadoras de la economía por excelencia. Podemos adecuar otros escenarios como plaza de ferias, pero no podemos encontrar ni adaptar, ni siquiera en Colombia, un ámbito de encuentro para el ciudadano de toda la estructura social, con plata o sin plata en el bolsillo, como este parque.

Por eso velamos por él. Porque es un legado para todos, un espacio público único, abierto y acogedor para raizales, visitantes niños y viejos, el cual, inundado de carpas, de parlantes, de multitudes, de desechos, de mercancías y actividades comerciales pierde su esencia, se desfigura y cae en el olvido su función principal. Y cuando esto sucede, la erosión de nuestra identidad como patojos, de nuestra cosmovisión mestiza, es una pérdida irreversible.

**Invasión de casetas a la entrada del histórico puente del Humilladero.**

Sabemos que las penas con pan son buenas. Pero no todo es plata en la vida, y hay profundos valores humanos y espirituales en juego, cuando todo se reduce a argumentos economicistas.

La Corporación se equivoca cuando se ubica en la esquina de la lucha de clases, pone en la picota pública y con mayúscula nuestros nombres, se victimiza y apela al discurso de odio y a la siembra de cizaña. Se retrata a sí misma con estatura y detalle.

La Veeduría cumple su función. Popayán deberá adecuar, en alianza público privada, los espacios necesarios para el desarrollo efectivo de su sector comercial, pero no lo logrará si los actores sociales no reemplazan el rencor y el odio de su discurso con argumentaciones propositivas e incluyentes, pero, por, sobre todo, creativas e inteligentes.

La incapacidad de planear y gestionar la ciudad con visión de futuro, nos lleva a tener tres escenarios comerciales fracasados: Anarkos, Casa de la Moneda y galería del Barrio Bolívar.

Si nos descuidamos, pronto serán cuatro. ¿Eso es lo que queremos para favorecer al comercio por encima de la vida cultural y el encuentro ciudadano?