Bio-democracia o ecocidio
Por Andrés Illera
Como ciudadanos globales e interconectados, podemos desarrollar un pensamiento común en torno al cuidado de la naturaleza, empleándolo como pieza fundamental de nuestros derechos civiles; a través de este escrito procuraré hilar una opinión que ayude a este propósito. Inicio con el choque de civilizaciones ocurrido en el siglo XV en este continente de América y el impacto generado tras la llegada de los ciudadanos europeos, quienes trajeron consigo un desarrollo económico tendiente a la extracción de recursos naturales, a la imposición de unas tradiciones religiosas, a la edificación de un sistema de gobierno frágil, a la pérdida de una cultura ancestral y quizás uno de los más devastadores: la conquista de la naturaleza.
El revisionismo histórico no es la pretensión, aunque es la base sobre la cual la sociedad hoy en día se polariza, qué tendencia religiosa y política se sigue, qué modelo económico es el apropiado, cuál es la cultura que debe ser adoptada, pero hay algo que en Colombia nos puede sacar de estas discusiones tan polarizadas y es la aceptación unánime de la riqueza natural que por azares del cosmos tenemos los ciudadanos colombianos al vivir en este territorio y que a pesar de todos los abusos cometidos hacia ella (la tierra o madre) por generaciones, esta nos ha cuidado de la extinción prematura, por supuesto, tomando en cuenta los altos índices de violencia que hemos experimentado a largo de nuestra historia y que aún continúan. Entonces, ¿cómo nos une la riqueza de la naturaleza?
Uno de los más importantes economistas de la historia, Adam Smith, planteaba la riqueza de las naciones como la valoración de sus recursos naturales, que en Colombia son abundantes, por ello, durante la conquista los europeos tomaron la oportunidad de alimentarse en América, dada la reducida ingesta de nutrientes que tenían en Europa, donde solo los más adinerados tenían acceso a la comida, es decir, los pobres aguantaban hambre y decidían aventurarse al Nuevo Mundo para poder comer y sobrevivir, esto significa que, para la economía clásica la riqueza no está correlacionada con los ingresos monetarios.
En tiempos actuales el economista, Sir Partha Dasgupta, fue encomendado por el Gobierno Británico, con la misión de entender el impacto de las políticas estatales en el medio ambiente y cómo lograr un proceso gradual de cambios que transformen la nación para poder mitigar los efectos del cambio climático, y para ello, él consideró importante definir dos variables clásicas en economía: la demanda en primer lugar, entendida a través del tamaño de la población y la actividad económica por persona, aunque esta demanda tiene una variable más importante aún y es como se transforman los recursos de la naturaleza (Biosfera: suma de todos los ecosistemas en el planeta, aquella que nos proporciona las condiciones de vida) transformación que debe ser eficiente, porque esto se convierte en el crecimiento económico y al mismo tiempo en la emisión de partículas contaminantes en la atmósfera, más la basura sólida que se genera por la transformación de los recursos de la naturaleza en productos.
La oferta en segundo lugar, que en esencia es proporcionada por la naturaleza, y aquí es importante entender, que esta oferta depende de lo rápido que se regenere la biosfera, es decir, todas las especies y sus recursos naturales, por ello hoy en día se estima que requerimos de 1.6 planetas para satisfacer la demanda de la población, lo cual nos está llevando a la pérdida de biodiversidad y a la extinción de especies a un ritmo acelerado, debido a la fragilidad en la regeneración de los recursos naturales, sumado a las altas emisiones de dióxido de carbono y otros elementos que afectan directamente la vida en este planeta, incluida la especie humana.
Las propuestas de Sir Dasgupta son: Incrementar los recursos de la naturaleza y disminuir las emisiones; cambiar la forma en la que denominamos o definimos éxito económico, el cual no debería ser basado en la acumulación, esto implica ser más incluyentes en la distribución de la riqueza; la naturaleza debe ser incluida en cada decisión, reconociéndola como un ser con derechos; sugiere transformar las instituciones públicas con una visión más transversal que promuevan cambios reales en la preservación y restauración de la naturaleza; reformas en la educación basadas en el entendimiento de la biología y ecología; y, por último, pero no menos importante, el sistema financiero debe ayudar a la conservación de la naturaleza.
Estas propuestas construyen una relación de lo local (ciudades) y lo global (naciones) creando una interconexión mundial, donde se entienda que la naturaleza es la prioridad y que proporcionar valor a la naturaleza es una decisión que se toma desde lo político y el ciudadano aquí debe ejercer sus derechos civiles, en otras palabras, la sociedad civil exige que la riqueza natural sea un activo y este activo consiste en valorar aquello que vemos: ríos, montañas, bosques, etc., y aquello que no vemos, como el aire que respiramos o la calidad de la tierra con sus nutrientes.
Entonces, si tomamos la democracia como un conjunto de prácticas y principios que institucionalizados conducen a proteger la libertad, la bio-democracia debería promover la igualdad en medio de la pluralidad política, esta igualdad se basa en la protección de los derechos de la naturaleza como una entidad viviente, en la aceptación de las minorías que protegen la naturaleza, como campesinos y pueblos originarios y el respeto a los derechos de todas las especies, incluidos los humanos.
Si la bio-democracia se consolida bajo un principio de unidad política en medio de la biodiversidad, esta logrará influir el campo económico para su transformación, de lo contrario estaremos presenciando un ecocidio, que es la pérdida consciente de nuestra biodiversidad y la extinción de especies, incluida la nuestra.
P.D.T. En época de elecciones regionales recomiendo tener un pensamiento que integre la naturaleza como una prioridad, y te preguntes, en qué lugar deseas vivir, si es en medio de la polución o de la riqueza natural.
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