La meliponicultura, una actividad productiva rentable y amigable con el medio ambiente
El turismo de naturaleza en La Ceiba es una inmersión en la cultura indígena que incluye senderismo, gastronomía, artesanías y abejas meliponas.
Cultivar abejas y hacer artesanías en casa le permite a Abel ser padre admirado en la comunidad de La Ceiba, un indígena curripaco que trabaja para darle un mejor futuro a su hija.
Salomé tiene 3 años y es “una garrapata” con su papá, así lo cuentan los habitantes de la comunidad de La Ceiba, en el municipio de Inírida, Guainía, porque la niña es feliz compartiendo las actividades de su padre. A ella le gusta cantar, está aprendiendo a montar bici, pero su actividad favorita es acompañar al papá todos los días mientras talla artesanías en madera o hacerle barra mientras juega al futbol en las tardes.
Hace un año, la mamá de Salomé se fue a trabajar a Inírida y la niña se quedó con el papá, quien se ha convertido en su super héroe. Abel, un indígena curripaco, que trabaja en la chagra cultivos de pancoger, abandonó algunas actividades que le producían ingresos por dedicarle tiempo a su hija. Antes era cazador de escalares, una especie de peces ornamentales muy apetecidos y bien pagos en el mercado nacional, pero esta actividad le implicaba estar toda la noche fuera de su casa, lampareando en el río en búsqueda de los cardúmenes, lejos de los cuidados que demandaba su pequeña hija.
Un día, aceptó participar en un proyecto productivo con abejas meliponas; decidió ser parte del grupo de aprendices y hoy es uno de los líderes comunitarios destacados en el cultivo de estas especies de abejas sin aguijón.
Como todo un experto habla del gran aporte de las abejas al planeta con la polinización y muestra las diferencias entre las 4 o 5 especies que tienen en su comunidad.
“Las abejas son muy fáciles de cuidar, yo vengo a pasarle revista a mis colmenas una hora en la mañana para cerciorarme que no han sido atacadas por otro animal, verificando la producción de miel y regreso otra vez en la tarde o antes de ir a dormir para asegurarme de que quedan protegidas”, expresó Abel, quien también manifiesta que los días de cosecha le demandan un poco más de tiempo, pero nada que le impida hacerse cargo de su hija.
El resto del día Abel talla artesanías en madera como botes, peces, delfines, instrumentos de cocina y otros que incluyen animales de la región. “Yo tengo un don en mis manos, aprendí a trabajar con las artesanías desde que era muy pequeño y se me facilita la talla de la madera. A una turista de Medellín le gustó mucho mi trabajo y me dijo que me iba a dar un regalo, un día me llamaron de la oficina de correo para que fuera a recoger un paquete a Inírida que venía a mi nombre y con gran sorpresa me encontré que ella me envió de regalo un juego de cinceles, formones y navajas para tallar mejor y más rápido. Hoy esas herramientas son como la lija, fundamentales para hacer mis artesanías, además, las hago aquí en la casa, en esta banca y estoy pendiente de Salomé, de su comida, su ropa y todo lo que ella pueda necesitar”, agrega Abel.
Este padre entregado cuenta con el apoyo de su hermana, Arelys Durante, con quien vive y quien le ayuda con las labores de casa, la chagra y la preparación de los alimentos.
La Ceiba le apuesta a la producción sostenible y al turismo de naturaleza
La comunidad de La Ceiba está muy organizada en torno al turismo de naturaleza, Delio de Jesús Suárez es otro líder reconocido en el territorio por su capacidad de trabajo y su sabiduría para orientar las decisiones que traen bienestar para la comunidad. El turismo de naturaleza se ha fortalecido cada vez más, tienen senderos ecológicos, lagos de pesca artesanal, recorridos en botes por sabanas inundables, apreciando diferentes especies de árboles amazónicos, aves y degustando la comida tradicional.
Adicionalmente, vincularon las abejas meliponas a la cadena del turismo y crearon una página que se llama “Viajas y compras abejas” que ha tenido excelentes resultados, porque los turistas viajan a conocer las colmenas, las especies de meliponas y los aportes para conservar la reproducción de esta especie que tanto necesita el planeta, además, pueden comprar artesanías, miel y propóleo.
“Las abejas me han traído grandes bendiciones, la primera es plata, porque se vende muy bien la miel y el propóleo; tiempo libre, porque comparto con mi hija y estoy pendiente de su cuidado; y conocimiento, porque de cada turista que viene a La Ceiba aprendo algo que me sirve para ser mejor líder y sobre todo mejor papá”, concluye Abel.
Abel, Delio y otros 28 habitantes de La Ceiba hacen parte de la Asociación Asomegua y son beneficiarios del programa Alianzas Productivas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, cuentan con la cofinanciación del Programa REM Visión Amazonía del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el apoyo de la Gobernación de Guainía para el afianzamiento productivo de la meliponicultura, así como el fortalecimiento operativo de la asociación Asomegua.
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