Más impuestos y más burocracia

Por en julio 15, 2022

Por Aura Isabel Olano

Parece un contrasentido. Mientras el presidente electo, Gustavo Petro, presentará una reforma tributaria con la que pretende recaudar 50 o 75 billones de pesos, en un entorno económico mundial difícil y de incertidumbre interna por reformas y debilitamiento de la industria extractivista que representa más del 40% de nuestras exportaciones, a la vez se propone crear dos ministerios, de la Igualdad, que dirigirá la futura vicepresidenta, Francia Márquez, y el Ministerio de Paz que velaría por el cumplimiento de los aspectos planteados por la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad.

Esas dos carteras requerirán de una estructura administrativa y financiera, de nuevas sedes, además de una burocracia con la cual ya deben estar contando los seguidores del nuevo mandatario, como también los políticos saltimbanquis tradicionales que estuvieron en la campaña, lo mismo los que acaban de apoyar al elegido presidente, para quienes el entrante Gobierno ya no significa “un salto al vacío”.

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Los hasta ahora designados ministros llegaron directo a esbozar sus iniciativas, entre ellas, más impuestos a los colombianos, como si se tratara de una lista para el mercado.

Entre quienes resolvieron ser audaces y buscar más plata en el bolsillo de los colombianos, incluso entre los menos pudientes, está la artista plástica, dramaturga, actriz y activista política, Patricia Ariza, designada ministra de Cultura, que propone un impuesto del 4% a la telefonía celular para los planes iguales o superiores a 38.000 pesos mensuales.

Para miles de ciudadanos que trabajan por cuenta propia, como plomeros, carpinteros, modistas, electricistas, etc., el celular se convirtió en su “oficina”, por lo que sería muy oneroso que les impusieran otro impuesto. Equivaldría a reducir sus ingresos que obtienen de laborar de forma independiente. La iniciativa de la poeta Ariza, iría en contravía del postulado de su nuevo jefe, de cobrarles impuestos a los más ricos de Colombia que, propiamente, no son los que tienen un plan de celular de 38.000 pesos. 

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Por su lado, la exministra de Agricultura (1996-1997), que ya había sido viceministra de ese despacho, Cecilia López Montaño, quien llegará nuevamente a esa cartera, ha dicho que el Gobierno Petro hará «una reforma agraria sin timidez».

Sin timidez se ha venido haciendo la reforma agraria en el Cauca desde la década de los 70 hasta nuestros días. Miles de hectáreas productivas han sido entregadas por los distintos gobiernos a las comunidades indígenas, dejando de ser el otrora Departamento despensa agrícola y ganadera del suroccidente del país.

Estamos de acuerdo con la designada ministra: “Colombia no puede tener tierras improductivas cuando tiene el reto de volverse una potencia en la producción de alimentos e insumos”. Ojalá las miles y miles de hectáreas sembradas de coca, marihuana y amapola, el próximo Gobierno las pudiera reconvertir a su antigua vocación agrícola. De esas tierras y los cultivos de uso ilícito, nada ha dicho la futura ministra.

El nuevo Gobierno debe averiguar por qué muchas tierras de campesinos laboriosos están improductivas. Quizás se ignora que la inversión en el campo es alta, que se requiere capital de trabajo, incentivos, seguros de cosechas; esta actividad económica es de alto riesgo, basta una helada para acabar con una producción de papa, por ejemplo.

Ese discurso radical les suena muy bonito a muchos, en especial a quienes no han sembrado una mata de clavel. Cada zona del país tiene sus particularidades. En el Cauca hay que tomar cuentas sobre las tierras que ha comprado el Estado con dinero de todos los contribuyentes del país, quienes, además, siguen pagando con sus tributos los prediales de las fincas a los respectivos municipios. También la señora López Montaño habla de un impuesto a la tierra ganadera.

Cada funcionario, próximo a estrenar despacho y poder, trae debajo del brazo su propia iniciativa impositiva para agregársela a la ambiciosa reforma tributaria en ciernes, como si se tratara de una tarea, próxima a presentar. El futuro director de la Dian propone un impuesto de 15 pesos por cabeza de ganado. El nuevo ministro de Hacienda trae las más gordas ideas. Obviamente que se requiere una reforma tributaria para seguir atendiendo los programas sociales, pero concertada y razonable.

En fin, a los colombianos nos espera una escalada de impuestos, y esta vez, seguramente, no habrá paro nacional con desmanes incluidos. Eso sí será un gran alivio.

Mientras miran los nuevos funcionarios de dónde podrán sacar más plata de los ya escuálidos recursos de sus conciudadanos, el entrante Gobierno sigue adelante con la creación de más burocracia para los ministerios de Paz y de Igualdad. ¿A propósito, qué perfiles profesionales se requerirán para esas nóveles carteras?   

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