Los retos políticos del docente universitario
Por Edgar Velásquez Rivera (*)
Pensamiento Crítico Universitario es un conjunto de reflexiones sobre el acontecer universitario y pretende poner en escena tópicos de distinta naturaleza y, de ese modo, estimular el debate sobre asuntos de interés colectivo. Nuestro punto de partida es la constante preocupación por la ausencia de un pensamiento crítico universitario que, de manera constante, cuestione la vida intelectual. Autores de distintas tradiciones coinciden en que en las universidades se concentran las élites intelectuales de los países y de las regiones. Damos por cierta la anterior afirmación y este primer ensayo sobre Pensamiento Crítico Universitario versa sobre algunos aspectos que le son consustanciales a los docentes universitarios estatales colombianos, entre los cuales se hallan inmersos los docentes de la Universidad del Cauca. El contenido no compromete a la administración universitaria de la cual hago parte.
El docente universitario no puede convertirse en un mercader que envasa su mercancía, en este caso, el conocimiento, en recipientes con brillantes etiquetas que solo buscan llamar la atención del cliente en el más desaforado consumismo y actuar como un profesional de mercadeo apelando a las novísimas teorías y estrategias de ventas y a su vez, desconocer el destino político, ético y académico de su obra y el uso que de la misma se hace. En Colombia, el docente universitario debe revisar seriamente el sentido de su trabajo e identificar sus múltiples responsabilidades éticas, políticas y académicas.
En el campo de las responsabilidades éticas, el docente universitario debe contribuir a la creación de valores. En el ámbito de las responsabilidades políticas, están las de dotar al pueblo de identidad y de orientar el conocimiento de un pasado común que les permita fundar proyectos colectivos para sus luchas. En lo académico, debe hacer inteligible lo que, en apariencia, se nos presenta como ininteligible, arrojar luces sobre la oscuridad natural o artificial, ser ejemplo de mesura y ponderación en el marco de una ética del trabajo, no del juego ni del azar.
Los docentes universitarios son responsables de su propia obsolescencia temprana, cuando reducen su actividad al pasivo y mínimo papel de burócratas defenestrados que no investigan, ni publican. Esa obsolescencia temprana es una de las peculiaridades de los intelectuales de los países atrasados, que consiste en una corta vida intelectual y con relativa frecuencia se suma a ello, la esterilidad en términos del nulo aporte al conocimiento. De tal fenómeno son responsables ellos mismos, quienes no dan muestra de mayor interés por salir de tan deprimente condición y más bien, se habilitan como empedernidos burócratas que administran un conocimiento cosificado, que no producen, que no les pertenece y en consecuencia, no le encuentran sus conexiones pertinentes con el entorno, situación que se refleja en el peculiar nihilismo del que hacen ostentación sus estudiantes, a quienes no faltan razones para considerárseles víctimas. Estos intelectuales son parte del problema y de la solución, al no tener nada, nada tienen para ofrecer; no pueden ser líderes de la construcción del conocimiento, porque ésta no es justamente su cualidad; desde su condición de ágrafos, forman para la agrafía.
No escriben porque su condición de manipuladores del conocimiento les es suficiente, y envejecen prematuramente frente al mismo, porque no lo cultivan. La relación es dialéctica.
El docente universitario frente a la situación de Colombia y el Cauca, debe replantear su posición, si es que ha tenido alguna, pues como fue expuesto hace cerca de tres décadas, “…ser un investigador o un científico es cumplir un determinado papel en el sistema social, un papel bastante diferente del de apologistas de cualquier grupo en particular”. Viejos y nuevos problemas le interpelan al docente universitario respuestas para su solución. Millones de colombianos permanecen aislados de los beneficios del conocimiento que se origina en las universidades (estatales).
(*) Vicerrector Académico, Universidad del Cauca
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