¿Equidad en el campo caucano?
Editorial agosto 22 de 2014
Uno de los ministerios que forma parte de lo que el presidente Santos ha denominado el eje de la equidad, es el de Agricultura, en cabeza desde hace unos días del payanés Aurelio Iragorri Valencia, quien se venía desempeñando como ministro del Interior.
Su designación no sorprendió, especialmente después de que le correspondió enfrentar el paro agrario como ministro del Interior y supo manejar esa difícil situación, haciéndose más visible ante el país.
El sector primario que entra a dirigir Iragorri Valencia, tiene una gran importancia estratégica para el desarrollo socioeconómico del país, como transformador de los recursos naturales en productos no elaborados, que alimentan, como materia prima, la producción industrial, es decir, al sector secundario de la economía.
Dada la necesidad de fortalecer la actividad agropecuaria, de mejorar la calidad de vida del productor de la tierra que pone la comida en la mesa de los colombianos y contribuye a la generación de empleo rural, hay expectativa por la conducción que hará el ministro Iragorri.
Pero, como el Cauca es tan diferente al resto del país, la expectativa es aún mayor frente a la tarea que debe cumplir el coterráneo ministro, quien no necesita que le expongan la grave situación por la que atraviesa el campo caucano desde hace décadas, cuyo desarrollo pareciera que consiste en entregar tierras, que son pagas por todos los contribuyentes, sin que cumplan su verdadera función social y económica.
Por lo contrario, el campo caucano, que fue próspero hasta mediados del siglo pasado, no solo se pauperizó, sino que se convirtió en el centro de la discordia entre la plurietnia, de la que nos ufanamos, entre tanto pelecharon la guerrilla y el narcotráfico que se apoderaron de este santuario de la naturaleza.
Los diferentes gobiernos que han actuado bajo la presión de las movilizaciones indígenas, han firmado acuerdos de carretera Panamericana, que equivalen a muchas hectáreas de tierra, además de las que se entregaron años atrás. Al parecer, 15 días antes de las pasadas elecciones, el ministro Iragorri Valencia firmó un acuerdo para la entrega de 40.000 hectáreas más, en cumplimiento del decreto 982 de 1999 que declara la emergencia social, económica y cultural de esas comunidades. Hoy, cuando el gobierno dice que se la juega por la equidad y por la sinceridad, el Cauca necesita que le diga la verdad, si la entrega de tierras caucanas será infinita, o tendrá algún límite, porque vemos con preocupación que, mientras se trata de negociar la paz en La Habana, en el Cauca hay una seria confrontación entre comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, que se recrudecerá.
Precisamente, unos 5.000 campesinos caucanos marcharán el 29 de agosto en Popayán, para visibilizar su sector, para mostrarle al gobierno que existen, que tienen derecho a la igualdad y a la equidad, al reconocimiento de sus derechos, a la conservación de sus territorios y al respaldo estatal, como contribuyentes que son.
Si en el Cauca no podemos caber todos, que el gobierno diga, de una vez por todas, qué hará con los campesinos, mestizos y negritudes, si tienen o no derecho a vivir, a trabajar y a prosperar bajo el mismo cielo. Si se va a declarar, incluida la Torre del Reloj, en territorio indígena, qué alternativa plantea para los demás mortales caucanos, en su mayoría con sangre indígena. ¿A dónde desplazaría al 80% de la población caucana?
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