El riesgo que corre el Cauca al no hacer la doble calzada
Por Armando Torres Ordóñez
De todo se ha escrito sobre la doble calzada Popayán-Santander de Quilichao, una obra que está absolutamente empantanada. Mientras en el resto del país se hacen las obras, así sea a paso de tortuga, aquí en el Departamento del Cauca pasa el tiempo y los grandes proyectos de infraestructura quedan congelados.
La firma Solarte es ampliamente conocida en esta región del país, aquí en Popayán por cuenta de una demanda millonaria que presentó, prácticamente sería el nuevo terremoto para la ciudad. Esta firma, cuando se gana la licitación para la construcción de esta mega obra de la doble calzada, entra en un lío de tipo penal con la Fiscalía -y estas son las cosas que no se entienden- la obra se detiene, cuando lo normal es que mientras una firma soluciona sus líos jurídicos, el contrato debe cederse a otra firma, todo en aras de defender el interés de una región, pero en este caso fue lo contrario, el interés personal primó sobre el interés colectivo, sobre todo cuando estaban listas varias firmas internacionales para hacer la obra, como los chinos, con ellos ya estaría terminada la doble calzada, la celeridad de sus obras es sorprendente. Mientras en Popayán nos gastamos 17 años para hacer el único puente elevado de escasos 200 metros, en la China hacen un puente elevado de 18 kilómetros en dos años, con el cuidado de no interrumpir el recorrido normal de animales silvestres en su migración.
Otro de los grandes problemas que tiene esta obra, son las consultas previas con las comunidades indígenas y afro; no sabemos por qué este problema es más acentuado en esta región frente al resto del país, en otras partes las consultas previas se desarrollan con relativa normalidad, en tiempo y en desarrollo de temas, aquí son lentas, a cuenta gotas; encima de eso la Corte Constitucional borró con fallo de tutela de 2019 todas las que se habían hecho en el 2017, porque ordenó al Ministerio del Interior tener en cuenta otras comunidades. El tema de la plurietnicidad, pluriculturalidad, cosmovisión, ancestralidad, enreda cualquier proyecto.
Es decir, el proyecto hasta el momento se ha frenado por tres grandes obstáculos: primero, el Consorcio Nuevo Cauca, antes de ser una firma diligente, es una firma llena de problemas, en este Consorcio están los Solarte, unos hermanos que parece que no se llenan con nada, en todo contrato están esperando la mejor tajada, la terminación del contrato con cualquier figura jurídica para después pedir indemnización, además que están en el ojo de la Fiscalía por contratos irregulares; segundo, las comunidades indígenas, que han sido dueñas de la panamericana toda la vida, presentan tutelas por lo que sea, y además bloquean la vía cuando quieren, es decir, las comunidades indígenas tienen el poder de bloquear la vía con palos y piedra y frenar una megaobra, como me decía un amigo: “Ellos buscan aislar al Departamento del Cauca, cada vez pedir más tierras y al final formar el gran departamento Indígena del Cauca”; y, tercero, la Corte Constitucional, una Corte que últimamente en nada sorprenden sus fallos. A esto sumémosle la falta de gestión, de liderazgo de nuestros parlamentarios, que solo unos cuantos aparecen en foros cuando se va a hablar del tema, con las frases trilladas como: “estamos haciendo”, “ya nos reunimos”, “estamos muy preocupados”.
Ahora, pasémonos a otra parte de la geografía nacional, y preguntémonos: ¿Qué pasaría en el hipotético caso que los habitantes de Putumayo y Huila hicieran mejor gestión y lograran la doble calzada desde el puente de San Miguel, límites con Ecuador, viniendo desde el sur hasta Neiva, Girardot y Bogotá?, ahí sí quedaríamos jodidos, porque todo el comercio de Suramérica, empezando por el vecino país del Ecuador, se metería por ahí, quedaríamos más aislados que antes, del país y del mundo, es decir, si ahora hemos ocupado el honroso segundo lugar en pobreza después del Chocó, con esta posibilidad de vía de estos departamentos vecinos -que se puede dar por ser una vía con menos curvas- quedaríamos más pobres de lo que estamos, el Estado colombiano no tiene la capacidad de hacer dos megaobras en el suroccidente colombiano, o sea, que si se nos adelantan Putumayo y Huila, quedamos fregados, aislados y olvidados durante los próximos cien años.
Este es un tema de suma importancia, aquí hay que hacer varios foros y reuniones, todos convocados por las instituciones más importantes del Cauca, con la presencia de los parlamentarios caucanos, el gobernador, los 42 alcaldes, y todas las organizaciones sociales que existan; hay que hacer un frente común ante la ANI, el Consorcio Nuevo Cauca, (conformado por las firmas Hidalgo-Hidalgo, Solarte Hermanos y Carlos Alberto Solarte) – que, seguramente, le da miedo venir al Cauca porque sabe que conocemos sus constantes triquiñuelas en los contratos – y funcionarios de la ANLA para tratar, no solo, sobre la doble calzada hasta Santander, sino hasta la frontera con el Ecuador.
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