El discreto encanto de la burguesía
Por Gloria Cepeda Vargas
Genio y figura hasta la sepultura, dice el refrán. La reciente tronamenta que agita el cielo político en Colombia, lo confirma. El clan “aristocrático” o burgués que desde tiempos remotos nos gobierna, pela el cobre a lo largo del espectáculo. Un presidente-candidato y un ex gobernante en perpetuo jadeo de poder, son sus protagonistas cada vez más osados y caraduras.
Si de algo puede presumir nuestra dirigencia política es de su capacidad creativa. Inimaginable ayer y hoy convertido en realidad, el panorama de sus desvelos patrios cambia con el último retorcijón o el más reciente campanazo. No hay tiempo para el aburrimiento ¿Cuál será la fiera amaestrada en la función de hoy? ¿En qué cuerda se pondrá de cabeza el volatinero mayor? ¿Cuyos los escarceos del payaso de turno?
Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, ayer compinches en la ejecución de trapisondas talla X, hoy se repelen a muerte. No hay límites para la saña o la desvergüenza. Forjados en el mismo molde, acuñados con la misma arcilla, torcidos en la misma arrogancia, a dentelladas defienden el feudo que les otorgaron las ingenuidades, miserias o vilezas empoderadas en los intereses del momento, aunque al presidente-candidato habría que abonarle el beneficio de la duda. Llegó a la Casa de Nariño blindado con la aureola de su antiguo jefe y decidió escoger su propio arsenal. Como sus antecesores y en derecho, gobierna de acuerdo a sus aciertos y limitaciones. Fue discípulo sobresaliente de un maestro cegado por el incienso y la megalomanía; es decir, su producto estrella. Tan ladinas son las jugadas presidenciales, que ni siquiera el oráculo de Delfos habría predicho semejante laberinto y Uribe no es una bola de cristal ni una profecía de Nostradamus.
El discreto encanto de la burguesía, tituló Buñuel el film genial de toques surrealistas, intención caricaturesca y denuncias irónicas,acerca de las costumbres corruptas instaladas en un segmento de la llamada burguesía. Con nuestra “élite” política el film concuerda en lo taimado y descompuesto del comportamiento, no en su calificativo. La falta de dignidad que ataca lo que nos queda de sensatez, presente como nunca en esta campaña presidencial, es su polo opuesto. No hay aquí ni sutileza ni elegancia. Solo un encontronazo barriobajero, una exposición descarada de esta caricatura de liderazgo político que nos regresa a las intemperies y gruñidos de los primeros días del planeta.
Para hacer más lucida la representación de este sainete donde el público bosteza o se involucra, un nuevo personaje hace su aparición: el ex presidente Francisco Santos que no sabe en qué canoa o lancha de última generación se hará a la mar. Ayer aquí, hoy allá y mañana “en cualquier lugar del mundo”, el patético fruto de este árbol sostenido por inercia, repta, corre, nada o se encarama. Y ahí van con sus garras al aire o su vocación servilmente perruna, tahúres y comodines juntos hasta que la muerte los separe.
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