Por las mujeres este 2020
Adriana Collazos, Esq
Las “feminazis” como en sentido peyorativo se refieren a las feministas de tiempo completo, son mujeres dedicadas a señalar las fallas del Estado y la sociedad, en el trato de la mujer, su inclusión social y la igualdad de género de manera poco convencional y, algunas veces, defendiendo puntos del pensamiento realmente indefendibles. Es verdad que no entiendo muchas de las reacciones y banderas de estas feministas radicales, pero si bien se puede repudiar su forma de pensar, y no necesariamente compartir su pensamiento,no hay terminología más vulgar, violenta, intolerante, machista y polarizada, que la palabra “feminazi”.
Aunque hace parte de su acrónimo, nada tiene que ver con el término “Nazi”, pues este define a los miembros del partido nacionalista alemán, que cometieron uno de los peores genocidios de la historia de la humanidad. Lo que me sorprende de los odios hacia la mujer en la colectividad colombiana, es como a veces, en su afán de establecer unapostura política, llaman “feminazi” incluso, a mujerespúblicas que no tienen nada que ver con este movimiento y que, por su filiación política, tienen pensamientos totalmente divergentes.
Las mujeres de hoy, sin embargo, deberíamos ser solidariascon otras mujeres, y recordar, que gracias a las heroínas valientes de nuestra historia, feministas, tenemos la posibilidad de obtener una profesión u oficio, votar y elegir,gozar del derecho a la igualdad y al divorcio, y también, el derecho a exigir el acceso a la propiedad.
Haciendo un recuento histórico, las declaraciones del iluminismo de Olimpia de Gouges, quien murió guillotinada en Francia, y de la filósofa inglesa, Mary Wollstonecraft de la década de 1770, relacionadas con los derechos de la mujer a la igualdad y a la educación, dieron el fundamento racional a importantes movimientos posteriores, como el de las sufragistas.
Más tarde, las mujeres encontraron que la única forma para hacerse oír era el voto, por ende, el derecho al sufragio se convirtió en su principal demanda y en su máximo triunfo. La estadounidense Elizabeth Candy Stanton, una de las mujeres líderes del Movimiento Sufragista de 1800, realizó el primer congreso para reclamar los derechos civiles de las mujeres en 1948, y publicó la “Declaración de Sentimientos”por esa misma época. Sin embargo, no fue sino hasta 1920,ya habiendo fallecido, cuando la Constitución Americana reconoció el voto sin discriminación de sexo. Gran Bretaña por su parte, hasta 1918 aprobó la ley del sufragio para todas las mujeres mayores de 30 años, que sería reemplazada por la ley del Voto Equitativo en 1928, para las mujeres mayores de 21 años, extensivo hasta Irlanda del Norte. De otro lado,Colombia, a pasos un poco más lentos que el del resto del mundo, declaró a través del acto legislativo No. 3 de 1954 el derecho político de la mujer a votar y ser elegida. Además,fue testigo de cardinales eventos históricos como la primera mujer universitaria en 1935, las primeras cédulas femeninas expedidas en 1956, y el acceso a la propiedad y el reconocimiento de la capacidad de la mujer para administrar sus bienes en 1932.
Sin embargo y a pesar de estas grandes conquistas de haceaproximadamente 80 años atrás, la mujer requiere aún de políticas especiales que le permitan el posicionamiento y la seguridad en cuanto a la igualdad de condiciones en carteras del Estado, listas de elección popular y vacantes privadas. No solo existe una diferencia a nivel profesional, sino que además sufre del flagelo sistemático y de la costumbre perversa de ser la víctima, por naturaleza, de la violencia que contra ella se ejerce por ser mujer. La violencia de género es un hecho que no se puede negar y, casos indignantes como el de Eileen Moreno, Yuliana Samboní, Rosa Elvira Cely, Natalia Ponce de León, Jessica Gómez y su hija de 3 años, entre muchas otras, han merecido escribir estas líneas.
En Colombia, por nuestra coyuntura sociopolítica, tenemos leyes especiales que buscan proteger a la mujer rural y desplazada; otras que ofrecen protección especial cuando ostentan la calidad de ser mujeres cabeza de hogar, y también existe la ley que penaliza el feminicidio volviéndolodelito autónomo desde el año 2015, entre otras. Es decir, si las normas se cumplieran, las mujeres estaríamos encaminadas hacia un mejor porvenir. Sin embargo, las cosas parecen no seguir el rumbo de las leyes y la violenciahacia la mujer se ve manifestada en diversos tipos: física, verbal o de gestos. Además, ésta es generada por causas políticas, misóginas y económicas, y deriva en daño material y psicológico. La única diferencia con la información que se encuentra para corroborar hechos de violencia física, es que no existen datos cuando hablamos de violencia verbal o de gestos, pero dicha violencia también existe. La realidad que se puede medir con datos estadísticos de Medicina Legal es la de la violencia física contra la mujer y los números son escalofriantes.
Las estadísticas del año 2018 muestran como la violencia arrasa con la vida de más de mil mujeres al año. De dichas mujeres, 4.1 son asesinadas por cada 100.000 habitantes. En más del 50% de los casos no se cuenta con información sobre el agresor y en el 29% es su pareja o expareja. El feminicidio está alrededor del 20%, de los cuales el 69% de las víctimas, oscila entre los 20 y 39 años.
La realidad del 2019 no es más alentadora, Colombia sigue siendo uno de los países con mayor número de mujeres víctimas de feminicidio en Latinoamérica. Además, las cifras a noviembre del último reporte mensual publicado por Medicina Legal, establecen que hubo 870 asesinatos demujeres, comparado con 871 casos en el 2018.
Para no aburrirlos con tantas cifras y datos, ser solidaria con las mujeres víctimas de la violencia, y conociendo de primera mano la posibilidad real de encontrar al perfecto “patán” a la vuelta de la esquina; sé que no importa si se trata de una mujer fuerte o débil, si tiene dinero o no, la clase social a la que pertenezca la víctima, que sea una mujer educada, inteligente o quizás no tanto, de buena familia o una familia disfuncional, porque todas estamos en desventaja física con los hombres y por la historia de la humanidad, en desventaja también social. Es decir, somos potenciales víctimas de la violencia de género y conocemos, por ende, a alguien que ha sido víctima de violencia masculina por el hecho de ser mujer.
A los hombres y las mujeres que lean este artículo quiero invitarlos a que se pongan la camiseta de Gouges cada vez que pretendan ofender a una mujer diciéndole “feminazi”(aunque repudie o difiera de su pensamiento); que se armen de argumentos y “sentimientos” como Stanton para acabar con las bromas despectivas que usualmente se hacen en redes sociales; y que como Wollstonecraft, no permitan que le falten al respeto a ninguna mujer que esté cerca de ustedes. La invitación es una carta abierta para todos los que quieran aceptarla, y se puede convertir en un propósito tardío para el año 2020 si así lo desean, creo que es el momento de empezar por el respeto de la mujer.
Feliz año nuevo para todas las mujeres víctimas de la violencia de género y a todos los demás.
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