Bicentenario de la Batalla de Boyacá: el sentido de una conmemoración
Por Margarita Restrepo Olano
El próximo 7 de agosto se conmemoran 200 años de la Batalla de Boyacá. Luego de los enfrentamientos en Paya, Tópaga y Pantano de Vargas, además de la dura travesía por el páramo de Pisba, en la cordillera de los Andes, con Boyacá se culminaba una campaña de poco más de 70 días que, a juicio del padre de los colombianistas, el historiador norteamericano David Bushnell, “fue la más importante de todas las victorias de Bolívar”.
Con este triunfo se desplomaba el virreinato del Nuevo Reino de Granada y se daba comienzo a la construcción de una república; un triunfo que no debe entenderse solamente por lo ocurrido el 7 de agosto, en él subyace todo un proceso. Es un hecho que representa la culminación de un proceso de gran complejidad que se inicia con la invasión napoleónica a España en 1808. Un episodio que provoca un colapso en gran parte del territorio americano gracias, en buena medida, a una serie de cambios que ya se habían registrado a la luz del reformismo borbónico en el siglo XVIII. Como resultado final de un complejo proceso, la independencia del Nuevo Reino de Granada del antiguo imperio español.
La ruta libertadora, que comenzó el 20 de mayo y culminó el 10 de agosto de 1819 con sus acciones militares y el ascenso por la cordillera, fue la demostración de lo mucho que lograron las tropas de Bolívar y Santander con tan pocos recursos. El ejército, formado por criollos, llaneros, ingleses, venezolanos, indígenas, negros, mestizos, mulatos y que debía hacer el tránsito del Casanare hasta el altiplano por la ruta más fragosa, no contaba en términos numéricos con suficientes hombres, como tampoco con ropa adecuada para la ocasión ni alimentación suficiente. En temporada de lluvias buena parte del trayecto de la ruta era intransitable para un ejército, de ahí que el camino elegido se convirtiera para los realistas en algo impensable.
En la travesía por los llanos los hombres marchaban con el agua hasta la cintura como consecuencia de los ríos inundados; cuentan los relatos de José Manuel Restrepo en 1827, primer historiador de nuestra República, que “de vez en cuando alguno podía terminar en las fauces de un caimán”. Vendría después el ascenso por la cordillera de los Andes a través del páramo de Pisba, una de las estaciones más difíciles de la Campaña Libertadora. Sin apenas alimentos y escasos de recursos, fueron muchos los que murieron en aquella travesía mientras que algunos desertaron y otros cayeron enfermos. Continuando con Restrepo, “estaba, pues, el ejército independiente reducido a un verdadero esqueleto”. Sin embargo, salieron fortalecidos como se evidencia en las batallas del Pantano de Vargas (25 de julio) y Puente de Boyacá (7 de agosto). El 10 de agosto Simón Bolívar hacía su entrada triunfal a Santafé, la capital del virreinato.
A juicio de Daniel Gutiérrez, gran conocedor del proceso independentista, “la movilización popular es la que viene a explicar el triunfo”. Las palabras del mismo Santander, recordadas por el joven historiador Gutiérrez en un debate académico hace unas semanas, ponen en evidencia que no solo era necesario contar con grandes estrategas, las acciones de la población sumaron: “es impensable lo que ha ocurrido ante nuestros ojos”. Este es tal vez uno de los momentos más llamativos de la Campaña Libertadora: el apoyo popular no solo en términos de fuerzas, sino en el significado de formar parte de un proyecto que llevaría al nacimiento de una nueva República.
Y es que el Bicentenario que nos convoca este año es importante por el significado del éxito militar de un episodio histórico tan señalado, pero también porque conmemoramos el sentido de la formación de una república. La historia de los héroes de bronce, el relato bélico y patriota fue durante muchas décadas el centro de atención y a partir de la década del setenta la independencia fue un tema silenciado.
Por fortuna hace unos años se retomó el interés por parte de los historiadores. El espectro se fue ampliando y el proceso de la independencia se pensó también como un proceso social, cultural e ideológico en el que los subordinados fueran visibilizados y donde la visión del proceso republicano sea cada vez más completa. No debemos olvidar que somos la historia que contemos. Sea esta la oportunidad para pensar en 200 años de historia republicana, en conmemorar -o celebrar- el sentido de la formación de una república.
Síntesis. Periódico para egresados UPB. N° 361. Semestre 01-2019, p. 9
Bushnell, David, Simón Bolívar. Hombre de Caracas, proyecto de América. Una biografía, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2002, p. 93.
Restrepo, José Manuel, Historia de la revolución de la República de Colombia en la América meridional, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2009, p. 1015
Ibíd
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