50 años entre plegarias y ayuda a la comunidad

Por en octubre 29, 2014

Sor María del Pilar, la banquera de los pobres en La Paz

Por Aura Isabel Olano
La Campana
Que las monjitas son disciplinadas y persistentes, no hay duda. Pero, sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, es eso y mucho más.

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La mayor de los nueve hijos de Gerardo Cárdenas Arboleda y de Pilar Valdenebro Albán, que a los 16 años, cuando apenas terminaba cuarto de bachillerato en el colegio Sagrado Corazón de Popayán, ingresó, con la bendición de sus padres, ala comunidad de las hermanas Salesianas, celebró recientemente sus Bodas de Oro de vida religiosa.

Durante medio siglo su compromiso ha sido con Dios, la religión, su comunidad y con sectores deprimidos de varias ciudades del país, en los cuales ha desarrollado diversas actividades. Además es gestora de proyectos, algunos de ellos de su propia invención. Nunca acude a mandos medios, sino al “número uno”, como ella los denomina, incluidos ministros, gobernadores, alcaldes, directivos empresariales, entre otros personajes.

Sonriente y con la energía que siempre la ha caracterizado, recibió a La Campana en la casa de la comunidad, en el colegio del Sagrado Corazón, al norte de Popayán. Fue una charla amena, salpicada de historias y de algunas lágrimas por esos recuerdos que arrugan el alma, como la prematura muerte de su madre, quien cinco años atrás había tenido a su último hijo, Lucio Andrés, el único de los nueve hermanos Cárdenas Valdenebro que ha fallecido.

Siendo alumna de la Pontificia Universidad Salesiana, en Turín, Italia, sor María del Pilar debió suspender sus estudios y regresar al país para estar los últimos días con su mamá.

Por ser la mayor, con tan solo 21 años, sentía que era su deber quedarse con su familia, lo que significaba su retiro de la comunidad. Sus hermanas no se lo permitieron. Le recordaron la carta que su mamá le había escrito, en la que le pedía continuar con su vida religiosa. Su padre Gerardo, estuvo de acuerdo.

El apoyo familiar le dio mayor fortaleza para continuar con su formación y poder servir, como lo ha hecho durante 50 años desde distintos cargos dentro de la congregación religiosa.

Sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro

Sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro

El viernes anterior al domingo de Ramos de 1983 a sor María del Pilar la despidieron en un acto celebrado en el teatro Municipal Guillermo Valencia de Popayán. Dejaba la rectoría del colegio Sagrado Corazón para formar parte del Consejo Provincial de la comunidad en Bogotá, pero el terremoto del Jueves Santo 31 de marzo cambió sus planes. Debió quedarse, el tercer piso del colegio se había desplomado. Era urgente agilizar la reconstrucción de la sede educativa, labor que no veía cercana debido a la tramitología por ser un colegio estatal. Entonces, esta monja de hábitos grises bien puestos, decidió llamar obreros y comenzar la obra por su cuenta y riesgo, sin saber de dónde sacaría el dinero, pero lo consiguió. “Siempre tengo la plata en la mano, ni yo misma entiendo”.

Los funcionarios de la Secretaría de Educación le dijeron que cómo se le ocurría hacer una obra sin permiso y sin disponibilidad presupuestal. “Pues ustedes me meten a la cárcel, pero no puedo poner en riesgo la vida de las niñas, ni de quienes se acerquen al colegio, cuando se les caiga algo encima”, les respondió con la franqueza que la caracteriza.

En agosto de ese fatídico año, dejó Popayán para integrar el Consejo Provincial de su comunidad.

Sor María del Pilar, liderando el proyecto mejora de vivienda.

Sor María del Pilar, liderando el proyecto mejora de vivienda.

El uso del tiempo libre
A sor María del Pilar, descendiente del médico, abogado, político, matemático, militar, inventor y precursor del Zeppelín, Carlos Albán, siempre le han preocupado la familia y el tiempo libre de los niños y jóvenes, por ser un espacio peligroso que, por lo general, los papás no saben manejar.

Para desarrollar esa iniciativa escogió Armenia, una ciudad con muchas necesidades sociales, a la que llegó en 1994 con dos religiosas más. Allí inventaron actividades para los niños y jóvenes, en las tardes, luego de la jornada escolar, lo que incluía almuerzo. Sabían que algunas de las adolescentes estaban yendo a casas de prostitución, y que si habían decido trabajar de lleno por la familia, era a los papás a los que primero debían acoger, o a quienes hicieran sus veces.

Con ese propósito, a través de la comunidad, sor María del Pilar envió a varias ONG internacionales un proyecto que fue acogido por una agencia de Bélgica. Al mismo tiempo comenzó a gestionar la donación de un lote ante la Alcaldía de Armenia, para construir una sede de formación para el trabajo y el tiempo libre de mujeres y jóvenes. Con el dinero de la venta de una sede de la comunidad en Cali, comenzó la construcción del nuevo centro en Armenia. En 1996 se estrenó la casa de la comunidad, en donde implementó una serie de actividades educativas, incluso la “rumba sana” los viernes hasta las 11:00 de la noche.
Casi dos años después ocurrió el terremoto que devastó la capital quindiana.

El sismo destruyó la casa de las monjas, quienes buscaron refugio en donde vecinos. Armaron un centro de acopio para ayudar a la comunidad del sector. Sor María del Pilar, fiel discípula de Don Bosco, quien decía: “haz el bien y hazlo saber, porque el bien conocido contagia”, buscó medios de comunicación para que visitaran la obra, a fin de fortalecerla. Montó un servicio comunitario con atención médica, ropa, pañales, artículos de aseo, incluido un comedor social para todas las personas que quisieran, solo debían llevar plato y cuchara. No repartió mercados, porque nunca ha creído en el paternalismo, razón por la cual un mes después del terremoto comenzó a cobrar por los almuerzos: $100 los niños y $500 los adultos.

La religiosa payanesa dejó montado el banco de alimentos que tiene la Diócesis de Armenia. Dice que fue un trabajo arduo y de mucha gestión. El centro de Formación para el Trabajo y el Tiempo Libre, a su retiro lo convirtieron en colegio. De Armenia partió a Bogotá como tesorera de cinco colegios en concesión con los salesianos, sistema ideado en el gobierno del alcalde Peñalosa. Para cumplir con tan delicada labor se asesoró de expertos.

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Sirviendo cena a familias pobres.

Sirviendo cena a familias pobres.

Sagrado Corazón y la administración
Con la caída del concordato entre la Iglesia Católica y el Estado, las comunidades religiosas que regentaban colegios perdieron la autonomía y los educadores debieron entrar a concursar con seglares para acceder a las plazas docentes, pero en muchos casos se convirtieron en fortines politiqueros.
Igualmente, al cumplir 65 años, edad de retiro forzoso en el sector oficial, las hermanas se tienen que retirar para ser reemplazadas, casi siempre por laicos.

De nuevo sor María del Pilar regresaba a Popayán, esta vez como directora de la comunidad de Cristo Rey. Antes de asumir el cargo, la superiora provincial sor Gloria Ibatá, le encomendó presentar la propuesta elaborada por la comunidad, con asesoría de expertos en la nueva normatividad. Visitó a la entonces ministra de Educación, Cecilia María Vélez, a quien se la expuso, a fin de que la comunidad salesiana pudiera administrar los colegios Sagrado Corazón y Cristo Rey.

A finales de 2007 se la presentó al alcalde electo de Popayán, Ramiro Navia, quien vio con buenos ojos esa iniciativa. Ya la ministra de Educación le había dicho a sor María del Pilar, que era la única manera de que las comunidades religiosas pudieran continuar en los colegios oficiales.

El proceso no fue fácil, durante casi dos años, y dos veces por semana, sor María del Pilar Cárdenas llegaba a la Secretaría de Educación de Popayán, a mover los trámites, hasta que se logró sacar adelante el contrato de administración de los dos colegios.

Tienda de juguetes para niños de escasos recursos.

Tienda de juguetes para niños de escasos recursos.

Microcréditos para los pobres
En el 2009 dejó la dirección de Cristo Rey, para dedicarse a la orientación de la familia de manera integral. Como no comulga con limosnas para los más necesitados, sino con ayuda efectiva para que puedan salir de la pobreza a través de sus propios saberes y del emprendimiento, la comunidad le encargó manejar una donación internacional de cinco mil euros. Pensó de inmediato en los microcréditos, pero no había nada escrito sobre la metodología a seguir.

En abril de ese año, Francisco Valdenebro, su primo, la llamó para que asistiera a un congreso de microfinanzas en Cartagena. Allí se instaló en medio de banqueros, quienes le preguntaban qué hacía una monjita entre ellos. ¿Les gusta que la Iglesia esté metida en esto?, les preguntó. Por supuesto, le respondieron. Con ellos hizo importantes contactos.

“Me encantan esas situaciones distintas”, dijo con cierto aire de júbilo.
Le fascinaron los conceptos sobremicrofinanzas, microcréditos, microseguros, incluso para partos. En el salón de conferencias en donde se desarrollaba ese congreso, había un enorme pendón que decía: Cumbre Latinoamericana de Microcrédito con la presencia de Yunus. Recordó que en 1999, al mes del terremoto de Armenia, en una reunión en Italia, la monjita salesiana Nancy Pereira, de origen Hindú, había hablado de un programa de microcrédito que desarrollaba en su país con los más pobres, inspirado en la metodología de Muhammad Yunus, que luego fue premio Nobel de Paz. A otro salesiano en ese mismo país, también le escuchó acerca de la labor de Yunus. Luego consiguió un libro sobre el banquero de los pobres. Pensar que venía a Colombia, era una oportunidad para no desaprovechar. Viajó a Bogotá para hablar con quien dirigía el Banco de las Oportunidades, entidad que patrocinaba esa cumbre, también en Cartagena. Consiguió que la dejaran participar. “Ese hombre es un profeta, yo asimilé todo”, afirmó con vehemencia.

De regreso a Popayán, los salesianos le dieron una oficina en el instituto Don Bosco, en donde comenzó su proyecto. Pero dos años después se dio cuenta de que la convocatoria no debía ser a través de colegios, y que la metodología de Yunus es trabajar con la gente de un mismo lugar, de un barrio, no de diferentes zonas de una ciudad, para ahorrarles el transporte y que se les facilite asistir a reuniones, además que sea una comunidad que se conozca, porque el trabajo es en grupo.

Trasladó la obra al barrio La Paz, al norte de Popayán, por ser un sector populoso y con muchas necesidades. Se denomina Fondo Solidario Fortalecer, que tiene como lema: Por una familia más humana.

Aún no tiene sede, las reuniones de formación para el microcrédito las hacen en el salón comunal, en la casa de los padres franciscanos, en la antigua iglesia o en la vivienda de alguna familia. Sor María del Pilar ya le echó el ojo a una casa que tiene bodega, que con su persistencia pronto la tendrá.

Para acceder a los pequeños créditos, las personas deben hacer un proyecto guiado, en el que no tienen que inventar nada, pues lo que se busca es fortalecer sus saberes. Se presta dinero para ampliar el negocio, para materia prima y equipos. Se les capacita en contabilidad, porque si no están preparados, no sabrán qué hacer con la plata, se la gastarán y no podrán devolverla, perjudicando a los demás. Se les insiste en que una cosa es la inversión y otra el gasto.

Según la metodología, se conforman grupos base de cinco personas que responden por varias actividades. “He logrado parte de ese propósito, porque es difícil que tengan sentido de grupo. En Colombia nos reunimos tres y cada uno está pensando cómo dejar tirado al otro y sacarle tajada”, afirma de manera franca la religiosa.

“La plata para los pobres, nunca me ha faltado”, dice sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, quien cumplió Bodas de Oro de vida religiosa.

“La plata para los pobres, nunca me ha faltado”, dice sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, quien cumplió Bodas de Oro de vida religiosa.

Cartera sana
“No tengo mucho para prestarles, pero la plata para los pobres, nunca me ha faltado”, dice la monja gerente, quien agrega que el producto del crédito lo deben devolver semanalmente. El monto máximo ha sido de dos millones de pesos, por lo general las cuantías son de 800.000, 500.000 y de 200.000 pesos. La cartera es sana.

El Fondo también tiene el sistema de créditos Flash de 50.000 pesos, dinero que utilizan principalmente las mujeres para producir empanadas, tamales y sancocho que venden los fines de semana. A los ocho días deben devolver la suma prestada, más 500 pesos de intereses. El Fondo ha colocado más de $100 millones. “Es increíble lo que produce la plata bien manejada, se multiplica”, afirma la religiosa.

Como fuente de ingresos para los programas del Fondo Solidario Fortalecer, están los donativos de personas naturales, desde mil pesos; la tienda de ropa y objetos usados en excelente estado, los cuales guarda en una bodega, pero necesita un almacén para que esté abierto todo el tiempo. Igualmente, se comenzó a invertir para mejorar las condiciones de la vivienda, en cuanto a mantenimiento y aseo, en especial.

Sor María del Pilar está convencida de que la base de la paz es la economía, y que si no se apoya a la familia para que resuelva su problema económico, no se estará haciendo nada, porque la gente seguirá acumulando pobreza.

Quienes deseen apoyar la obra de Sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, la pueden llamar al celular 3208580828 o escribir al WhatsApp 3192614890
E-mail: mdelpilar_fma@yahoo.com 

Sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, religiosa salesiana.

Sor María del Pilar Cárdenas Valdenebro, religiosa salesiana.

artículo publicado en la edición impresa del 24 de octubre de 2014

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